Hay parejas que siguen juntas porque el apego les impide estar solas. Ese enganche que, ni es amor ni es nada, se vuelve nocivo. Pues el Sevilla a día de hoy mantiene esa relación tóxica internamente. Consigo mismo o con su fútbol. Esas parejas siempre andan dejándolo y volviendo. Aplicado al fútbol, este equipo del último tramo de la era Lopetegui es eso. Lo intenta, quiere, pero sigue jugando mal y para atrás. Sigue enganchado a las manías que ya le aportan bien poco. Intenta dejarlas atrás con empuje y pinceladas de juego ofensivo, pero no le sale natural.
El Sevilla ha perdido toda la creatividad que podía tener. Es cierto que desde que Banega se marchó el cuadro hispalense no ha encontrado nada parecido. Pero no es menos verdad que nunca ha jugado como juega ahora.
La frase de “con Lopetegui siempre lo mismo”, no es cierta. Los dos primeros años el equipo iba, apretaba, presionaba, acogotaba al rival, a su forma, en su propio campo. A todo eso había que sumarla la potencia defensiva. Ahora solo queda una buena retaguardia que según qué partido lo hace bien o menos mal.
La primera parte ante el Mallorca también fue insufrible. O mejor dicho, como casi siempre. Quince minutos de empuje, un par de llegadas, el Mallorca aguanta cerradito y el Sevilla se diluye. A partir de ahí malos pases, aspavientos de Acuña a sus compañeros, pitos e impaciencia de la grada… Normal, si el equipo lo intenta pero no le sale nada.
Ese hartazgo se escondió durante un buen rato en la segunda parte y la grada se puso a apretar. Hizo el partido suyo. Sabía que el Sevilla estaba tocadísimo. Ni así cambió algo la dinámica. Dos ocasiones claras hubo. Una de Martial y otra de En-Nesyri sobre la bocina. El Mallorca también pudo marcar. Cero control de partido.
Las sustituciones aportaron entre poco y nada. Martial no se va de nadie. No se jugó con dos delanteros a pesar que el juego estaba atascado. En-Nesyri, una gran ocasión y poco más. Delaney jugando para atrás. Ocampos, un par de centros y a Rakitic se le vio muy poco.
Al final, el Sevilla sacó un punto que sabe a derrota. Hubo pitos, quejas, hartazgo, pero lo que hay claramente es una desilusión tremenda. La desilusión afecta a todos: jugadores, entrenador, dirección deportiva y presidencia. Cuidado, cuidado.
El único problema es ,o mejor dicho los dos problemas del Sevilla son,monchi,por no aceptar que el tiempo del entrenador a terminado,y Lopetegui que está en la misma situación que Marcelino cuando estuvo en el sevilla y perdió contra el Villarreal que fue cesado.