El 25 de agosto siempre será especial en el Sevilla FC. El conjunto hispalense ha marcado con fuego y sangre este día del calendario a base de éxito y, por desgracia, pérdida: entre la alegría de la Supercopa de Europa y las lágrimas por Antonio Puerta.
Son ya 16 años, pero el hito no se olvida. El Sevilla, tras proclamarse campeón de su primera Europa League, disputó el 25 de agosto de 2006 su primera final de la Supercopa de Europa. Y el resto, ya lo saben, es historia.
Aquella noche el equipo de Juande Ramos rozó la perfección y consiguió vencer al FC Barcelona (3-0) con goles de Renato, Kanouté y Enzo Maresca, el último desde el punto de penalti.
El éxtasis de aquella noche, además, vino acompañado de una de esas jugadas que no se borrará jamás de la retina del sevillista: Antonio Puerta, que había provocado el penalti tras dejar en la cuna al mismísimo Puyol, desde muy atrás, fue superando rivales, uno a uno, con suma facilidad y solo Víctor Valdés le evitó marcar uno de los que habría sido mejores goles de la historia de la competición.
Pero aquella imagen, un año después, se teñiría a negro en apenas unos segundos. El 25 de agosto de 2007 el Sevilla conseguiría vencer al Getafe en el Sánchez-Pizjuán (4-1) en un encuentro en el que los múltiples goles blanquirrojos pasaron a un segundo plano.
Aquella fue la última noche de Antonio Puerta como futbolista. El canterano se derrumbó justo al lado de Andrés Palop, fue hospitalizado tras varios desagradables capítulos en el estadio y, posteriormente, fallecía.
El 25 de agosto siempre será especial para el Sevilla. Este jueves se cumplen 16 años de una noche mágica en Mónaco, pero también de uno de los más tristes episodios de la historia reciente blanquirroja. Jamás se olvidará.