Es una calle donde ahora mismo reina la alegría, la fiesta, el baile; es una calle donde todos los que se citan, se encuentran, lo dan todo, donde hay comunión entre unos y otros. Tiene tonos blancos y rojos, y en lugar de albero, la calle tiene césped. Es ahora mismo el epicentro de la felicidad. Y no está en el Real de los Remedios. Es la calle Sevilla FC donde se ubica el Ramón Sánchez Pizjuán.
Con nueve cambios en la alineación, ni más ni menos. Con rotaciones masivas tras la paliza física ante el Manchester United. Y jugadores que volvían tras muchos meses sin titularidades, como Rafa Mir por ejemplo. Pues bien, así sacó el Sevilla los tres puntos ante el Villarreal, de forma además apoteósica, como todo lo que se vive desde hace días atrás en Nervión, con un gol de En Nesyri, que volvió a volar en el área para asestar el golpe definitivo al equipo castellonense, que antes había empatado (con polémica en el gol de Pau) un golazo de Rafa Mir.
José Luis Mendilibar ha cambiado muchas cosas. Milagrosamente o no, el Sevilla está mejor puesto en el campo, presiona de verdad, se coloca y sobre todo cree en lo que hace, tiene fe. Y tanto, que en el minuto 93 marcó el tanto gracias a la fe, la confianza, gracias a perseguir la victoria aun cuando en muchas fases del encuentro pareció agotado.
Todos los futbolistas del Sevilla parecen ahora mucho mejores de lo que parecían hace apenas dos meses. Lo mismo lo eran, pero no podían demostrarlo. El caso es que colectivamente ha mejorado e individualmente, también, y mucho.
Capítulo aparte merece En Nesyri, que ha completado una semana de tres goles valor partido, porque ante el United todo lo que se hizo tuvo valor múltiple. El golazo del marroquí, uno de los delanteros del momento en Europa, permite al Sevilla, más allá de seguir soñando plácidamente con la semifinal de la Europa League, quedarse tranquilo y a gusto, y mantener los 8 puntos de diferencia con el descenso... y con la séptima plaza.