Lucien Agoumé, a menos que algo muy raro ocurra en las próximas horas, se convertirá en nuevo jugador del Sevilla con la tarea, siempre complicada, de ocupar el puesto de Fernando Reges, de pelear con Soumaré por ocupar el pivote que tanto cuidó el brasileño. Su carrera, por el momento, ha sido tan corta como complicada de gestionar.
Era apenas un niño. El camerunés nacido en 2002 no tenía pensado aún qué quería ser de mayor, pero cuando su familia se marcha hasta Besançon, una comuna francesa situada cerca de Suiza, empieza a competir con los otros pequeños.
Pronto, muy pronto, los principales equipos de Francia empezarían a fijarse en él, a los 12 años el Sochaux le llamaría y sin haber cumplido aún los 17 (16 años y 250 días), Agoumé debutó en la Ligue 2 ante el Troyes, equipo, curiosamente, donde consiguió recuperar algo del nivel que prometía.
En enero del 2019 ya era titular habitual y meses después tenía a toda Europa pendiente de él: Barça, Manchester City, Bayern o Inter, entre otros, tenían informes sobre sus cualidades, pero los italianos fueron los más rápidos (y decididos). Lo que debería haber sido un sueño, lo complicó todo un poco más.
Los que le conocen aseguran que es un chico normal, que ha crecido bajo el mensaje de la humildad y el trabajo, sin embargo, su figura fue rápidamente comparada con uno de los más prestigiosos jugadores de Francia. Y eso tampoco fue sencillo.
Capaz de jugar a dos toques, Agoumé no rehuye de la conducción, de superar líneas apoyándose en su potencia física (1.85 metros) y claro, si eres capitán de la sub 21 francesa en una EURO y llevas al equipo a semifinales... todos te comparan con Pogba.
Con dicho currículum, lo lógico era pensar que más allá de que Conte apostase en el Inter por figuras reconocidas, Agoumé, antes o después, debía dar el salto, pero la historia en San Siro no fue lo esperado.
Tras pagar algo más de cuatro millones por él, Agoumé se fue desinflando y hasta este mes de diciembre, solo ha jugado, en total cuatro partidos con el primer equipo. En el Spezia tampoco brilló en demasía, sumó 13 encuentros y ni la luz que vio en el Brest (30 partidos en la 21/22) le cambió la cara en Italia. En el Troyes, el pasado año, fueron 15 encuentros, pero su vuelta a la Serie A confirmó lo que todos sabían: no estaba preparado para ser el nuevo Pogba.
Ahora le toca el turno de probar en España. Pudo llegar al Barça hace años, pero eligió Italia. En el Sevilla esperan (rezan) para que recupere su nivel, pero solo dependerá de él que el Sánchez-Pizjuán vuelva a ilusionarse con un talento francés para su centro del campo.