Aunque en las Juntas de Accionistas se asegura desde el bando de José María del Nido Benavente que el nuevo Sánchez-Pizjuán nunca se va a ejecutar, al menos en las bases del proyecto que maneja el actual consejo de administración, lo cierto es que el Sevilla FC sigue dando pasos en ese sentido, con la idea de iniciar las obras en 2026.
Uno de los aspectos que más ‘preocupa’ al sevillismo es la conservación de los grandes símbolos, y entre ellos está el más reconocido más allá de las fronteras de la capital hispalense. El mosaico de preferencia, obra de Santiago del Campo, que lleva ya 42 años dando la bienvenida a todos los sevillistas y aficionados de otros equipos que se acercan al estadio Ramón Sánchez-Pizjuán.
En el anteproyecto del estadio, el club tiene perfectamente previsto volver a situarlo en el mismo lugar en el que se encuentra, y para ello ha trazado un plan para conservarlo y recolocarlo. Santiago Balbontín, arquitecto, responsable de instalaciones del Sevilla y artífice del anteproyecto, cuenta para ElDesmarque cómo tienen proyectado proceder con el mosaico. “La afición sevillista le ha tomado cariño, es un símbolo, para lo bueno y para lo malo. Para celebrar o para manifestarse. Nuestro escudo no era así, Santiago del Campo hizo algunas variaciones, el SFC entendió que debía ser negro, era rojo, pero tan fuerte caló que es nuestro escudo oficial”, comienza el arquitecto.
“Eso lo hemos trabajado. Santiago del Campo falleció hace seis o siete años, pero siempre estaba preocupado por el futuro del mosaico. Me contó qué tenía que hacer en caso de cambiar el estadio. Hemos hecho una prueba en una parte baja, que está todo blanco, de quitarlo, despegarlo, y sabemos lo que tenemos que hacer. Lo hemos hecho con unos restauradores de Bellas Artes que han restaurado un mosaico igual de Santiago del Campo de Mercasevilla, y han hecho lo mismo. Hay técnicas que te permiten quitar todas las piezas”, indica Balbontín.
Además, el arquitecto sevillista conoce de buena mano cómo se hizo ese mosaico, y desvela que la entidad tiene perfectamente localizadas todas las posibles piezas para sustituirlas. “Ese mosaico se hizo en el pabellón de la escuela de Arquitectura. Santiago del Campo lo alquila, coge rollos de un metro de papel, los estiró y los pegó. Se construyó un compás de madera, unas cuerdas y lo dibujó todo a lápiz. Después separó los rollos de un metro, los enrolló y se los llevó a su casa, a la calle Betis. Iba pegando las piezas al revés, cogía los rollos, venía al estadio, se subía al andamio y las pegaba. Lo tiene perfectamente estructurado. Incluso la familia, Salomé del Campo, su hija, me ha confirmado que conserva todas las cajas de todos los repuestos de todas las piezas, se nos ha ofrecido ya y han estado por aquí”.
“No va a haber ninguna duda de que el mosaico va a ir en el nuevo estadio, en la misma ubicación. No se va a volver a pegar. Eso se despega, se coloca en unos paneles y lo que vuelva son los paneles"
“No va a haber ninguna duda de que el mosaico va a ir en el nuevo estadio, en la misma ubicación. No se va a volver a pegar. Eso se despega, se coloca en unos paneles y lo que vuelva son los paneles. Lo vamos a colocar en el mismo sitio que tiene actualmente”, concluye Santiago Balbontín, que tiene trazado a la perfección cómo será el periodo sin mosaico entre el antiguo Sánchez-Pizjuán y el nuevo.
El problema NO es el mosaico, en todo caso será unir a todos los accionistas, buscar financiación para esa obra y por último poder jugar en La Cartuja (igual no se puede por obras)