La afición del Sevilla ya está presente en el Benito Villamarín. Una representación de 700 aficionados acompañará a los de Quique Sánchez Flores en el estadio del eterno rival. Entre todo el verde de las gradas del templo bético, un reducto rojo intentará brillar durante más de 90 minutos. Son los mismos que han ido cantando y animando por las calles de la ciudad en la previa del derbi.
Bufandas al aire y la garganta como altavoz, así transcurre el corteo de los aficionados sevillistas por el final de la Avenida de la Palmera. Este momento es uno de los más especiales en este tipo de días. La comunión de la afición en una sola voz recorriendo media ciudad. Como parte del paisaje, el Benito Villamarín espera defendido por los suyos.
El recibimiento hostil entrando en territorio enemigo se ha vuelto a hacer patente como viene siendo habitual en este tipo de ocasiones. La rivalidad sevillana es así. Desde la lejanía que ofrece el amplio dispositivo de seguridad, aficionados de ambos conjuntos han intercambiado sus pareceres utilizando todo tipo de formas, gestos y lenguajes. La lucha de cánticos ha cobrado un especial protagonismo en la llegada de los de Nervión a la esquina visitante del Gol Norte bético. Todo el camino ha discurrido sin ningún tipo de altercado.
El aficionado sevillista vive una etapa dulce en sus últimas visitas al Villamarín. De las últimas 18 veces que ha visto el partido desde la 'jaula', en 16 no se ha ido de vacío en el camino de vuelta. Con Quique Sánchez Flores además, el equipo ha demostrado que se siente cómodo jugando lejos de su casa y suma dos triunfos consecutivos a domicilio.
Un motivo más para que los privilegiados que vivan el partido en el campo se dejen el alma por animar a los suyos.