Díaz de Mera se comió los deberes del Sevilla (otra vez)

Otra vez polémica, otra vez con el Sevilla. El conjunto entrenado por Quique Sánchez Flores perdió tres puntos -que le habrían colocado décimo- este sábado en La Cerámica (3-2) tras un horribilis partido de los del Sánchez-Pizjuán... y de Díaz de Mera, que se empeñó en ser pintor de todos los defectos sevillistas.

No es la primera, ni posiblemente será la última. Isidro Díaz de Mera llegaba al encuentro de este sábado señalado por los sevillistas por un cúmulo de resultados negativos que, sinceramente, no ayudaban en demasía (con él como principal no gana desde 2022).

El problema, como decíamos, es que Díaz de Mera este sábado se empeñó en ser protagonista: se comió un penalti clarísimo -al menos para el que escribe- de Sorloth sobre Agoumé en la primera parte, sacó una roja a Nianzou -por error- por una acción que posiblemente no era ni falta, perdió los nervios con Lucas Ocampos y le enseñó una amarilla al argentino tras presionar la salida del Villarreal (y llevarse, aunque involuntario, un manotazo), pitó un penalti de Capoué por manos de Agoumé y, como remate, validó el gol de Sorloth tras un claro empujón sobre Kike Salas. Todo en poco más de 100'.

El Sevilla tampoco mejora a Díaz de Mera

El problema, y a raíz de ahí el titular, es que este Sevilla tampoco mejora a Díaz de Mera. El conjunto de Quique Sánchez Flores sobrevivió en el maremoto del submarino -remataron más de 20 veces a portería- gracias al acierto de un En-Nesyri que cada vez se siente más imprescindible (y se nota en su actitud) y a las manos de un Nyland al que deberían pisarle cada losa que pise. Llegó sin ser portero y es uno de los mejores del curso en Nervión. 

La excusa aquella del perro se comió mis deberes, es la que ahora aparece alrededor de un Sevilla que lleva un año tan duro con los arbitrajes como con su propio fútbol. En La Cerámica, tras una gran racha, volvió a mostrarse apático, como si de calidad e ideas estuviese sobrado, como si haber estado todo el año coqueteando con el descenso fuese casualidad.

Cuando este equipo baja al barro, como bien ha señalado Quique Sánchez Flores, compite con cualquiera, pelea, araña y representa a los suyos. Cuando no, lo vapulean. Este sábado podría haber sido 3-0 (a nadie le habría extrañado) y fue 3-2 por casualidad. No permitan que el castigo de año se alargue mucho más, que Quique les había pedido "disfrutar". Por ellos y por la afición.