Tarde de infarto en Nervión, aunque no para el equipo local. Con el Cádiz luchando por el sueño de la permanencia, el Sevilla se permitió el lujo de ser espectador en un final de temporada donde la tranquilidad reina en el césped. No así en la grada. La falta de actitud del conjunto de Quique Sánchez Flores fue condenada por la afición sevillista. El gol cadista en el último suspiro del partido dinamitó el ambiente de un estadio que esperaba mucho más de los suyos. El Cádiz sigue vivo, pero el proyecto del técnico madrileño podría estar ante sus últimas bocanadas de aire. Un aire que se fue escapando entre los silbidos de la gente.
Volvió el Sevilla sin sangre de principios de temporada. Sólo el Cádiz quiso buscar algo diferente en la primera mitad. Los gaditanos, apurando sus últimas opciones de agarrarse a la quimera de la salvación, pujaron más fuerte por abrir la lata. El Sevilla tan sólo tocaba en paralelo, buscaba centros imposibles desde la lejanía o salía a correr en contraataques con más fallos que aciertos. Ledesma tuvo que intervenir una vez en todos los primeros cuarenta y cinco minutos para detener un disparo de Lukebakio, el más insistente de los locales.
Pero la suerte no está de cara para los cadistas esta temporada y perdonó la relajación nervionense. Primero Robert Moreno estrelló un balón en el larguero con Nyland ya vencido en el área pequeña. Después se vería uno de los grandes errores del año. Chris Ramos le comió la tostada a Sergio Ramos, regateó al meta noruego y, con todo a su favor, echó la pelota fuera del arco sevillista. Todos se llevaron las manos a la cabeza con un fallo que tardará mucho en olvidar el andaluz.
Con pitos se fueron al descanso y con pitos volvieron. La grada es soberana y no dudó en reprobar la actitud del equipo. La segunda parte fue un monólogo visitante. La pasividad sevillista permitía a los de Pellegrino llegar una y otra vez, aunque sin fortuna. La que se le estaba negando al Cádiz le sonrió al Sevilla. Badé se introdujo el balón en su propia meta en un despeje poco ortodoxo que terminó en vaselina sobre Nyland; sin embargo, una patada de Chris Ramos lo anuló todo. Como anuló el arquero noruego cualquier atisbo de peligro amarillo... hasta que llegó el gol de Guardiola.
Hasta el último suspiro. Como el que se agarra a su aliento final para hacer algo posible. Así sobrevivió el Cádiz en el Ramón Sánchez-Pizjuán gracias al tanto en el tiempo de descuento. Los de Mauricio Pellegrino seguirán luchando para ser equipo de Primera División. Traducido al mundo sevillista, la nueva derrota del Sevilla deja muy tocado a Quique Sánchez Flores. Dos jornadas donde ha vuelto la apatía a la plantilla sevillista. Con el único objetivo de devolver algo de alegría a su afición y terminar la temporada entre los diez primeros, el equipo ha dado dos pasos atrás que no dejan claro el futuro de la entidad.
La alegría cadista contrasta con la preocupación que se podría estar viviendo en zona noble del Sánchez-Pizjuán. El técnico madrileño ha podido vivir una de sus últimas noches al frente del banquillo sevillista.