El 6 de junio es una fecha señalada para el sportinguismo. Un día como hoy hace dos años uno de sus últimos ídolos se fue de manera repentina. El corazón de Manolo Preciado dejó de funcionar pasadas las 23:15 horas, dando lugar a una sinfín de tributos como el que se produjo al día siguiente en El Molinón con una concentración multitudinaria de aficionados rojiblancos que entre llantos despidieron al entrenador con quien tanto habían conectado.
Su inesperada muerte dejó un vacío y a la vez originó una gran leyenda, evocando una serie de capítulos inolvidables durante los seis años que estuvo al frente del banquillo del Sporting. Sin duda el ascenso a Primera División en 2008 fue su gran momento en Gijón, aunque en Primera también fue protagonista defendiendo los colores rojiblancos con convencimiento y sin inferioridad aunque en frente estuviera el Real Madrid. No en vano, su polémica con Mourinho ocupó las portadas de los medios deportivos nacionales, en un claro ejemplo de su personalidad.
El de Astillero no bajaba la cabeza, su naturalidad y sinceridad eras las claves de su carácter y el origen del cariño que se ganó de la grada y también del vestuario. Para algunos jugadores fue su padre futbolístico, una figura que dejó una huella imborrable y una estatua para siempre en los aledaños de El Molinón. Ya no está en este mundo, pero el de Astillero es y siempre será eterno Preciado.