Los filiales de los equipos que compiten en Primera División son conjuntos impredecibles porque son capaces de hacer un gran partido un fin de semana, y a la jornada siguiente perder encuentros ante rivales teóricamente inferiores. La juventud de su plantilla y las ganas de los jugadores de agradar y dejarse notar en escenarios como El Molinón hace que el choque sea una total incógnita.
No corren buenos tiempos para el filial del Fútbol Club Barcelona, los azulgranas están jugando con fuego en los puestos de descenso a Segunda División B. Después de 31 jornadas, los catalanes son penúltimos en la clasificación a tres puntos de Osasuna, que marca la salvación. Esta circunstancia no significa que el partido para el Sporting de Gijón sea un paseo ante su afición. Como ya dijeron varios de los jugadores rojiblancos, el Barcelona B tiene en sus filas a jugadores de una calidad única y lo más probable es que muchos de ellos terminen jugando en la máxima categoría del fútbol español.
Por ello y por el descaro con el que juegan unos futbolistas en los que uno de los mejores equipos del mundo puso sus ojos por su gran despliegue sobre los terrenos de juego hace que no se permitan relajaciones en el vestuario del Sporting de Gijón. En El Molinón puede pasar cualquier cosa porque como el filial azulgrana tenga su día es capaz de pintarle la cara a cualquier rival. También es cierto que es un conjunto que suele sufrir en defensa por lo que los delanteros rivales puede aprovecharse de los desbarajustes que suelen tener los hombres encargados de defender la portería.
Un ejemplo de lo que significa recibir al Barcelona B está en la visita de los azulgranas a El Molinón hace dos temporadas. El 17 de marzo de 2013, el Sporting de José Ramón Sandoval recibió a los catalanes y los chavales dejaron mudo al estadio porque consiguieron adelantarse en el marcador y a punto estuvieron de abrir brecha en el luminoso con un mano a mano de Deulofeu con Iván Cuéllar que terminó deteniendo el portero rojiblanco.
El 0-1 no detuvo al Barcelona B y el conjunto catalán no se arrugó en El Molinón y siguió en busca del segundo tanto. Por aquel entonces el Sporting de Gijón tenía dinamita arriba y un gran partido de Óscar Trejo obró la remontada rojiblanca. Santi Jara, Mate Bilic, Sangoy a tras una genial asistencia de Trejo, un golazo del argentino y David Rodríguez levantaron a los sportinguistas hasta cinco veces de sus asientos. El partido fue una auténtica locura y terminó con una goleada de los hombres de Sandoval cuando en los primeros compases del choque todo indicaba que iba a ser un partido más que sufrido.