En esta recta final de temporada en la que el Sporting se está jugando todo en cada partido, se adjetivan muchas veces los encuentros como finales. Prácticamente cada partido adquiere esta dimensión para el conjunto rojiblanco, pero hay rivales que todavía magnifican más este término. Desde que llegó Rubi en enero, ha tenido cuatro citas de este nivel, con diferentes resultados, y la de este sábado es otra más.
Rubi ha sacado adelante el 50% de las finales que he dirigido en el banquillo del Sporting. La más importante por el rival y por la trascendencia del partido, fue la de Butarque. El Sporting se presentaba consciente de que era un partido clave y consiguió la victoria por 0-2, con tantos de Canella y Burgui en lo que fue un golpe moral de positivismo para la plantilla, en un encuentro que podría ser muy similar al de Pamplona, con pocas ocasiones y pocos goles. La otra victoria en una final, fue contra el Granada en El Molinón, con esos siete minutos fantásticos, en los que los rojiblancos remontaron el gol inicial nazarí y consiguieron otros tres puntos vitales.
Pero la suerte no fue la misma con los otros dos equipos que poco a poco se han ido escapando del descenso, pero que estaban metidos en muchos problemas. Las derrotas ante Deportivo y Málaga penalizaron a los rojiblancos y dieron aire a esos dos rivales directos. Partidos en los que al Sporting no le salieron las cosas en El Molinón y en los que no fueron capaces de conseguir puntos.
Rubi afronta pues ante Osasuna, su quinta final por la permanencia ante un rival directo, quizá la más importante. El técnico catalán buscará los tres puntos para seguir en la pelea y para que el porcentaje de partidos decisivos ganados sea superior al 50% que es ahora.