Se mira pero no se toca

Transcurridos algo más de dos meses desde la llegada de Rubén Baraja al banquillo del Sporting de Gijón, el técnico vallisoletano continúa observando los mimbres con los que cuenta la escuela de fútbol de Mareo, en cada sesión de trabajo algún canterano tiene la oportunidad de entrenarse con la primera plantilla, incluso algunos repiten durante varios días, sin embargo, las oportunidades de jugar no acaban de llegar.

 
Tras el relevo en el banquillo, las primeras decisiones deportivas del nuevo técnico aparentaban una ilusionante confianza en la cantera, los futbolistas más destacados del filial se entrenaban bajo la atenta mirada del 'Pipo', en una oportunidad de demostrar su valía para ayudar al primer equipo. Pasadas las jornadas, todo sigue igual.
Baraja ya ha subido a entrenar a 20 de los 23 futbolistas con los que cuenta la plantilla del filial, solamente faltan por pasar 'el casting', Alday, Sanabria y Traver. Incluso algunos juveniles han tenido la oportunidad de ensayar con los mayores. Sin embargo, lo que parecía una apuesta por los canteranos, se está quedando un continuo escaparate sin opciones reales de dar el salto más allá de ser una solución de emergencia obligada, como ocurrió con Juan Rodríguez o Montoro que ocuparon el lateral derecho ante la ausencia de recambios en el primer equipo.
Casos como el de Nacho Méndez, desaparecido tras realizar un partido notable frente al Tenerife e incluso ser elegido mejor jugador del mes de diciembre, hacen crecer más aún las dudas sobre el valor real que se le otorga a la cantera, en un conjunto con problemas para crear juego y que contrata a Hernán Santana para terminar de cerrar las puertas a una de las apariciones más ilusionantes del semillero local.
Pasan las jornadas, el filial continúa encabezando la tabla en su categoría, su jugadores cubren ausencias en sesiones de trabajo del primer equipo, se ojean, se observan, se miran, pero no se tocan.