La adaptación de José Alberto López también requiere su tiempo. Para el técnico, la temporada actual está siendo muy diferente a la anterior, en la que tomó las riendas del primer equipo tras la destitución de Rubén Baraja. El asturiano está adaptándose al salto del nivel de exigencia que debe afrontar este curso en el Sporting de Gijón.
Ambicioso o inconformista tanto dentro como fuera del terreno de juego. Hace una semana el preparador asturiano no estaba satisfecho con los resultados obtenidos en los tres partidos disputados de LaLiga SmartBank. "Teníamos que tener más puntos", decía a pesar de la categoría de los rivales, dos de ellos recién descendidos; el tercero, un equipo que había luchado por el ascenso en el play off.
A pesar de la aceptación y el visto bueno del balance por parte del entorno, a José Alberto López no le agradaron determinadas corrientes de opinión que señalaban aspectos para la mejora. Por ejemplo, la posición de Manu García, los problemas para ejecutar el nuevo patrón de juego o las posibles soluciones para compensar el fichaje del extremo que no llegó.
En ese sentido, en las últimas semanas, no siempre ha empleado el tono conciliador que había mostrado la campaña pasada en cada una de sus intervenciones. Sus explicaciones sobre Manu García o su respuesta acerca del buen momento del canterano Bertín han evidenciado que José Alberto siente, más que nunca, un alto de nivel de responsabilidad. Esta ya es su plantilla, este Sporting ha empezado de cero, por lo que la exigencia es mayor.
Así, en este contexto de la nueva realidad, el técnico asturiano es consciente que debe sortear todo tipo de duda tras la reciente derrota ante el Huesca. En líneas generales, el Sporting sigue ilusionando con sus nuevas caras, también con él sobre el banquillo. El proyecto, prácticamente, parte de cero, lo que conlleva un proceso de adaptación. Un periodo razonable para que la plantilla asimile el patrón de juego, así como para que José Alberto normalice los juicios que pueda despertar su trabajo.