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Villa y su sentido recuerdo a Quini: "Fue como un segundo padre futbolístico"

David Villa en una acción del derbi asturiano disputado en El Molinón durante la temporada 02/03.

Aunque retirado, David Villa no le pierde la mirada al fútbol. Desde Madrid, residencia actual del exfutbolista asturiano, esta leyenda del deporte español se mantiene aún muy ligado a la pelota con dos proyectos "muy ilusionantes": la escuela DV7 y como copropietario del Queensboro FC, equipo neoyorquino en auge.

Una figura con claro acento asturiano, donde surgió la leyenda del guaje. En una entrevista para VIP Deportivo, el delantero de Mareo recuerda sus inicios en el mundo del fútbol en el Sporting de Gijón, el club que le dio la primera oportunidad de triunfar en la élite; el resto es historia a disposición de todo aquel que quiera deleitarse con su carrera.

Su trayectoria, ya desde muy joven, le obligó a ser "más fuerte" que el resto de niños. Con 4 años se rompió el fémur de la pierna derecha, una circunstancia que propició que, todavía escayolado, empezase a golpear el balón con la izquierda. "Mi padre me cuenta que como no podía chutar con la pierna derecha por la escayola, me apoyaba en el muro y él me iba pasando el balón para que chutara con la izquierda", recuerda.

Aunque "ya de por sí pequeñito físicamente", la realidad es que David jugaba siempre con "los mayores". Una realidad que también le ayudó a "dar lo mejor para superar las dificultades". Todo cambió cuando el Sporting se fijó en él mientras marcaba goles en el Langreo, club en el que compartió vestuario con uno de sus futuros compañeros, Andrés Guerra, firmado seis meses antes.

"Andrés era y es uno de mis mejores amigos, realmente nos ficharon a los dos y me alegre muchísimo de poder seguir compartiendo delantera con él en otro equipo, lo único que él se fue antes y a mi me quedaban seis meses más en el Langreo", explica.

Escalada de David Villa al primer equipo del Sporting

Una vez con la zamarra rojiblanca, lo difícil pasa por ascender al primer equipo, pero antes tuvo que elegir entre el fútbol y sus estudios de electricista: "Para mí fue una decisión fácil, puesto que yo soñaba con ser futbolista y tenía que intentarlo cuando lo tenía tan cerca".

Lo más complejo fue, asegura, dar el paso al Molinón: "Quizás es el paso más complicado, por eso cuando empecé a incorporarme con el primer equipo sabia que tenía que trabajar mucho para continuar con ellos". Lo logró y durante dos años visitó el estadio gijonés con asiduidad, pero cuando su nombre ya retumbaba de forma rutinaria en voz de la Mareona llegó el Real Zaragoza para llevárselo a la capital maña.

"Yo estaba muy feliz en el Sporting y aún era muy joven así que no tenia ninguna prisa, pero realmente no hubo otra opción en ese momento, el Sporting necesitaba el dinero para subsistir y mi traspaso era una de las maneras de conseguir el dinero", narra.

David Villa, durante un partido con España en su etapa como jugador.

Agradecimiento a Quini, 'padre' deportivo

A la hora de buscar 'culpables' de su éxito, David Villa siempre menciona a tres figuras clave. Primero, su familia; su padre, minero de profesión, "lo es todo, al igual que mi madre". Y añade: "Mis dos mayores ídolos y mentores. Éramos conscientes todos en casa de la dificultad del trabajo de mi padre sobre todo por el riesgo que corría cada día".

Y jamás podrá olvidarse de su otro 'padre', el deportivo, una figura venerada por David Villa: Enrique Castro 'Quini', al que se rinde en elogios una vez más. "Como un segundo padre futbolístico, vital para mi crecimiento tanto como futbolista como persona. A los 19 años yo recibía diariamente los consejos del mejor delantero español de todos los tiempos. De no haberlo tenido a él no hubiera podido llegar hasta donde llegué, y eso se lo agradeceré eternamente", concluye.

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