Un Tiburón sin mordida

Álvaro Negredo las tuvo de todos lo colores y el delantero madrileño las falló todas. Increíble pero cierto, las cuatro ocasiones clarísimas de las que gozó el Tiburón acabaron en las manos de Cuéllar, en el poste o fuera. Mestalla se frotaba los ojos porque no entendía qué estaba pasando con un delantero que en las últimas semanas se había destapado con seis goles. Negredo lo intentó todo pero se topó con la mala suerte y con decisiones mal tomadas a la hora de buscar el gol.

En la primera parte tuvo menos presencia que en la segunda pero fue el encargado de tener una de las mejores ocasiones chés en el inicio: de sus botas pudo adelantar al Valencia gracias a un mano a mano con Cuellar, pero el meta del Sporting sacó a una mano cuando el balón iba ajustado al poste izquierdo. En el rechace pudo marcar primero Soso y luego Gayà. Negredo se sentía importante y sabía que el destino le iba a dar otra oportunidad para poder batir la meta asturiana. Y sí que se la dio, pero no estuvo bien el vallecano.
De las tres ocasiones que tuvo en la segunda mitad, una fue al palo y las otras fuera Esas oportunidades le llegaron en el segundo tiempo cuando gozó de tres clarísimas pero que ninguna de ellas fue capaz de meterlas para dentro. La primera fue un remate de cabeza que se estrelló en la madera con Cuéllar batido. Negredo se alzó sobre la defensa rival, marcó los tiempos del saltó, giró su cuello para cruzar el esférico y éste acabó estrellado en el poste. Un sonido secó que retumbó en todo Mestalla. Ahí se marchaba un poco de la confianza de Álvaro que sabía que había tenido dos muy claras y no había sido capaz de enchufarlas.
Pero el partido le deparó dos ocasiones más y muy claras. En la primera de ellas encaraba solo a Cuéllar y su disparo con la zurda de fue al lateral de la red, desviado y sin fuerza. Fue algo parecido a lo que intentó en Mónaco en la previa de la Champions, pero más escorado y mucho más cerca del área. Quizás un disparo seco abajo hubiera sido más resolutivo. Pero la segunda aún fue más clara todavía, al desaprovechar un remate en el área pequeña. Un pase de la muerte de Gayà, que sólo debió empujar a la red, pero se le marchó arriba. Ahí se fueron las opciones del Valencia de puntuar y no perder en Mestalla.