Siempre nos quedará Santi Mina
La insistencia de Santi Mina es capaz de derribar cualquier barrera, incluso el axioma de que segundas partes nunca fueron buenas. El gallego se ha destapado como un hombre de segundas partes, un arma letal capaz de cambiar el signo de los partidos en los últimos minutos y el Valencia CF se ha beneficiado de ello en más de un encuentro. Cuando las cosas se tuercen, Marcelino recurre a él cuando las cosas se tuercen y Santi Mina cumple la misión. Es el revulsivo perfecto.
La victoria contra el Deportivo Alavés sirve como ejemplo de ello. El Valencia CF sufría contra los vitorianos. Tanto que el marcador se puso cuesta arriba con el golazo de Sobrino. Marcelino movió el banquillo. Primero entró Rodrigo Moreno. Luego Santi Mina y desató el efecto dominó que llevaría al Valencia CF a remontar el partido.
El delantero gallego fue quien dio el balón a Gonçalo Guedes antes de que éste marcara el 1-1 con algo de suerte y, poco después, llegó la acción decisiva. A lo largo de toda la temporada, Santi Mina había demostrado ser el revulsivo perfecto gracias a sus dotes físicas, su capacidad de sacrificio y una fe sin límites. Su trabajo en los minutos finales siempre fue efectivo, aunque no se podría calificar de artístico. Sin embargo, Santi Mina cambió el guión habitual ante el Alavés.
Al Valencia CF le faltaban las ideas. Ni Parejo ni Kondogbia tenían el día, pero Santi Mina asumió esa responsabilidad. Se enfundó el traje de fino estilista y se inventó un pase imposible para dejar en posición de privilegio a Rodrigo. No perdonó. Hizo el 2-1 y el Valencia CF celebró una victoria clave para encarrilar la eliminatoria.
Esta semana es una excepción en la forma, pero una norma para el Valencia CF esta temporada. Santi Mina está firmando las mejores estadísticas de su temporada y ya ha marcado ocho goles. Seis de ellos en las segundas partes. Tres de ellos en los últimos quince minutos. Está claro que cuando las cosas no funcionen este año para el Valencia CF siempre nos quedará Santi Mina.