Con motivo del centenario del Valencia CF, Eldesmarque quiere rendir honor a aquellos años más dulces del valencianismo, a esa década de los 40 que estrenó la vitrina del Valencia. De la mano de la delantera eléctrica, formada por Epi, Amadeo, Mundo, Asensi y Gorostiza, el club vivió una época inolvidable que todavía hoy en día se recuerda.
Esta década comienza con un nombre, el de Luis Casanova Giner. El valenciano se hizo con la presidencia del club y comenzaría un proyecto deportivo que se convertiría en el germen de los grandes éxitos del equipo en los años posteriores. Con dos grandes refuerzos como Epi y Gorostiza, la calidad aumentó en una plantilla donde ya se encontraban Amadeo, Asensi y Mundo.
La ambición del Valencia creció a la par que su juego y la recompensa no tardó en llegar. El 29 de junio de 1941, el conjunto entrenado por Encinas tuvo la gran cita en Madrid, la final de la Copa del Generalísimo. Era la oportunidad de hacer historia, de conseguir el primer título nacional del club desde su nacimiento. Entre el campo y la gloria tan solo había un obstáculo: el Español de Barcelona.
Sin embargo, los nervios no existieron entre las filas blanquinegras que mandaron durante todo el encuentro. Y es que el equipo estuvo por delante en el marcador desde el minuto 10, cuando Mundo hacía el primer tanto de la noche. Antes del descanso, él mismo se encargó de ampliar las distancias firmando un doblete. Asensi sentenció el partido y Teruel maquilló el resultado de penalti. El colegiado pitaba el final del partido y sí, al fin, el Valencia se hacía con un título nacional; el primero de muchos.
Aquel fue el primer logro de la delantera eléctrica. Cinco fantásticos que llegaron a conseguir la descomunal cantidad de 440 goles a lo largo de la década, liderados por una de las grandes leyendas del Valencia, 'Mundo' Suárez. El jugador vasco llegó por azares del destino a la ciudad valenciana tras la Guerra Civil Española. Tras un partido con su equipo militar de fútbol en la reapertura de Mestalla, el Valencia no dudó en incorporarlo a sus filas.
Por aquel entonces, los responsables de tal movimiento no tenían ni idea de lo que supondría aquel fichaje para la historia del club. Mundo lideró al Valencia de los años 40, lo mimó y lo homenajeó con tres ligas y dos copas. Con su camiseta, el vasco logró la friolera de 330 goles, convirtiéndose en el máximo goleador en la historia del club hasta nuestros días.
Aquel Valencia enamoraba; enamoraba hasta el punto en el que un aficionado se plantea qué hubiese ocurrido si aquel equipo hubiera jugado en una competición europea. Nunca se sabrá; pero en el ámbito nacional, los logros demuestran que en aquella década, el Valencia fue dueño y señor de la liga española.
Después del estreno de la sala de trofeos con la primera Copa del Generalísimo, el equipo tenía claro que quería más y así llegó la primera liga de la historia del Valencia. Con un juego fabuloso en el que la delantera eléctrica metió 81 goles en toda la temporada, máximo goleador Mundo con 26, el equipo se proclamó campeón a falta de dos jornadas. Tan solo el Barcelona CF fue capaz de arruinar el año del Valencia siendo su verdugo en la semifinal de copa.
La sequía en 1943 significó un regreso con mayor ambición en la temporada siguiente. Eduardo Cubells tomó las riendas de una plantilla que necesitaba una inyección de moral y motivación para explotar ese potencial que les caracterizaba. Y así fue. El equipo se hizo con el primer puesto de la clasificación en la jornada 4 y no lo volvió a soltar. El doblete estuvo a solo un paso de conseguirse, si no llega a ser por un Athletic de Bilbao que ganó con un cómodo 2-0 en la final de Copa, lo que supuso el origen de "la maldición de Montjuic".
El Valencia disfrutaba jugando y hacía disfrutar a su afición que no creía los grandes logros que estaba consiguiendo su equipo. Aquel equipo era capaz de todo y había conseguido colocar al club valencianista en la élite del fútbol nacional. Sin embargo, llegó el periodo de crisis, dos temporadas de sequía que ni la delantera eléctrica pudo remediar, dos años en los que una maldición cernió sobre el Valencia CF.
El equipo no había podido hacer una campaña tan regular como la anterior y su papel en la liga cayó jornada a jornada. Para salvar la temporada, los jugadores tenían muy claro que ganar la competición copera era un requisito obligatorio.
Después de unas eliminatorias donde el Valencia presentó su carta para ser el próximo campeón de copa, volvió el mismo escenario, el mismo rival, como si de un "deja vu" se tratarse: Athletic de Bilbao y Montjuic. Los presagios se cumplieron y un gol a falta de 5 minutos para el final del partido dio la victoria al conjunto bilbaino.
Se dice no hay dos, sin tres, y en el caso del Valencia, así se cumplió. La historia de la anterior temporada se volvió a repetir, una competición regular mala y una Copa del Generalísimo sin tapujos que les llevó a la tercera final consecutiva. El rival cambió, era el Real Madrid, pero el escenario volvía a ser el mismo. El equipo madrileño se alzó campeón por 3 a 1 y el Valencia volvió a casa con las manos vacías.
La única gran noticia que ocurrió durante estos años fue la creación del CD Mestalla. Leopoldo Costa consiguió convencer para que su humilde equipo de Valencia, el CD Cuenca, se convirtiera en el filial del club blanquinegro. De esta forma, el 4 de septiembre de 1944 nacía el CD Mestalla.
1947 significó la vuelta de la mejor versión del Valencia, significó la vuelta de un trofeo a las vitrinas valencianas. Con un final liguero de infarto, el equipo de Luis Casas se impuso al Gijón por 6-0 lo que dejaba todo en manos de un pinchazo por parte del Athletic de Bilbao y del Atlético de Madrid.
El milagro se hizo realidad. El club madrileño perdió 2-3 en el derbi contra el Real Madrid y el Athletic de Bilbao no pasó del empate a 3 frente al Deportivo de la Coruña. El Valencia se alzaba campeón de su tercera liga, tres en una década que siempre será recordada en la afición valencianista.
Para cerrar un ciclo de la mejor forma posible. En 1949 llegó la segunda Copa del Generalísimo contra un viejo conocido, el Athletic de Bilbao. Para alivio del Valencia, esta vez la final no se disputó en Montjuic, sino en el Chamartín. Epi se marchó del club que le vio crecer por todo lo alto, con el tanto que dio la victoria a los suyos. La delantera eléctrica se despidió dejando al Valencia en el Olimpo del fútbol tras una década dorada que ha marcado la historia del club.