En lo más alto de una fortaleza perdida en medio de ninguna parte, el teniente Giovanni Drogo espera su momento de gloria, el momento en el que deba combatir a los Tártaros. Recién licenciado y su primer destino es Bastiani, una fortaleza alejada del mundo desde donde debe otear en horizonte a la espera de un posible ataque tártaro, pero su ilusión desapareció cuando tras quince años de absoluta soledad los Tártaros no daban señales de vida.
Pese a todo, decidió mantener su puesto y cumplir con lo que se le había ordenado. Finalmente los Tártaros aparecieron, pero el teniente ya está demasiado mayor para combatirlos y se quedó sin su momento de gloria. Al menos eso piensa Drogo, porque la gran victoria de este personaje creado por Dino Buzzati en 'El desierto de los Tártaros' fue tener el valor suficiente como para mantenerse en su puesto para cumplir con la misión que se le había encomendado. La novela del periodista italiano manda el mensaje de que la gloria acaba llegando si luchas y te esfuerzas por conseguirla, aunque puede que no sea del modo en el que se soñó en un principio. La paciencia de Drogo tuvo recompensa y también la de Jaume Costa.
El lateral izquierdo ha tardado once años en recorrer su particular desierto. Ese el tiempo que ha necesitado para volver a vestir la camiseta del Valencia CF por segunda vez.
Con tan solo ocho años, Jaume Costa pisó por primera vez las instalaciones de la Ciudad Deportiva de Paterna. Allí creció como futbolista y como persona, pasando por todas las categorías inferiores del conjunto valencianista hasta llegar a asomarse al primer equipo.
"Con 8 años entré en la cantera y estuve en el club hasta los 20 años, cuando debuté con el primer equipo en un partido ante el Brujas en la Copa de la UEFA", explicó el lateral izquierdo. El 4 de diciembre de 2008 fue su estreno con el primer equipo del Valencia CF. Unai Émery le incluyó en el once inicial para disputar competición europea. No jugó de lateral, sino de interior izquierdo y fue sustituido por Vicente a los 55 minutos.
Tenía calidad y tocó la cima, pero la imparable maquinaria de Paterna que produce laterales izquierdos le acabó engullendo. Después de una cesión al Cádiz, acabó marchándose al Villarreal B.
En el Villarreal todo fue más rápido. Jaume Costa llegó al Villarreal B en agosto de 2010 para jugar en Segunda División. Se ganó la condición de titular indiscutible y fue una pieza básica para lograr la meritoria permanencia del filial amarillo en la categoría de plata.
Tan sólo necesitó dos temporadas para dar el salto al primer equipo, que acababa de descender a Segunda. Con Marcelino García Toral se convirtió en un fijo y ese mismo año se logró el ascenso a Primera División.
Ya en la élite, Jaume explotó definitivamente. Fue indiscutible en el lateral izquierdo del Villarreal temporada tras temporada, cosechando éxitos como la cuarta plaza que le permitió jugar la previa de Champions. Fue un fijo en las alineaciones hasta la temporada 2018-2019, cuando dejó de entrar en los planes de Javier Calleja.
Su falta de 'feeling' con Calleja precipitó su salida del Villarreal y, casualidades del destino, coincidió con la necesidad del Valencia de buscar un lateral izquierdo. Todo convergió para que Jaume Costa volviera a casa. Once años después de su debut con el primer equipo, podría volver a enfundarse la camiseta del Valencia CF.
La primera vez que había pisado Paterna fue siendo un niño ocho años, acompañado por sus padres. Este verano lo hizo acompañado por Lucía y Diego, sus dos hijos. Un regreso con sabor a segunda oportunidad y que representa un premio a la paciencia. Como Giovanni Drogo, Jaume Costa también ha alcanzado la gloria gracias a la virtud de saber esperar.