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El largo camino del Atalanta antes de recibir al Valencia: Así juega

María García / EFE

Si el Atalanta BC echara la vista diez años atrás sería complicado que se reconociera. El próximo rival del Valencia CF en la UEFA Champions League, ha experimentado una espectacular evolución durante la última década, saliendo de las profundidades del fútbol italiano hasta alcanzar la élite europea y disputar unos octavos de final de la máxima competición de club.

Y es que el Atalanta, que reta este miércoles al Valencia en los octavos de final de la Liga de Campeones, encara esta eliminatoria con la ligereza de ser la gran revelación de la competición, tras ser protagonista en menos de diez años de una tremenda escalada de la Serie B a la elite de Europa.

Era el mayo de 2010 cuando el Atalanta tocó fondo con el descenso a la Serie B. Menos de diez años después, tras un cambio de propiedad, un brillante trabajo de programación y unas grandes operaciones de su dirección deportiva, el conjunto de Bergamo vive el momento más alto de su historia, decidido a ir a por más.

"Visitar al Atalanta es ir al dentista, es durísimo", aseguró el español Pep Guardiola, antes de visitar al equipo italiano en la fase de grupos de la presente "Champions", una definición eficaz que explica el crecimiento vertical de un cuadro que no se pone límites.

Los jugadores del Atalanta tras jugar contra el Manchester City.

Una historia empezada con el cambio de propiedad, cuando la familia Ruggeri, dueña del club que acababa de descender en 2010, vendió el equipo a Antonio Percassi, exjugador del Atalanta y ahora empresario de éxito en el área de cosméticos.

Desde el primer momento quiso contagiar a sus aficionados con su visceral pasión por el Atalanta, promoviendo el eslogan "Hay que ascender ya" y regalando a todos los neonatos de los hospitales de Bergamo la equipación del club de la ciudad.

Una iniciativa significativa, que contribuyó a fortalecer el vínculo entre los ciudadanos y el club. Y los efectos no tardaron en llegar, con el Atalanta que ascendió de forma inmediata a la Serie A y que encadenó cinco cómodas permanencias en los años siguientes.

"Hay que llenar el estadio. Nuestros jugadores deben darlo todo. Cuando vienen aquí, los rivales deben tener miedo de nosotros", aseguró Percassi el día de su presentación en el entonces estadio Atleti Azzurri d'Italia.

Pero las permanencias eran solo el objetivo mínimo del Atalanta y la directiva decidió entregar al equipo, en 2016, a Giampiero Gasperini. Era un técnico que había sumado grandes resultados al frente del Génova y que practicaba un fútbol atractivo. Eso sí, su única experiencia en un "grande" de Italia, el Inter de Milán, había sido negativa.

Gasperini da indicaciones en San Siro (Foto: Atalanta)

El comienzo de su experiencia fue extremadamente difícil. Cuatro derrotas en cinco partidos ponían a Gasperini al borde del abismo y fue en ese momento cuando el técnico italiano decidió tomar una decisión arriesgada. Dio su confianza a una larga serie de talentos de los juveniles, que se adaptaban mejor que algunos pesos pesados del vestuario a su juego.

Una apuesta cuya peligrosidad aumentaba si se considera que el rival siguiente era el Nápoles de Maurizio Sarri, pero el resultado fue una victoria autoritaria que cambió la dinámica y la historia del club.

Esa temporada, la 2016-17 acabó con el regreso del Atalanta a la Liga Europa, 26 años después, y de allí el equipo de Bérgamo sumó otra el año siguiente hasta tocar el cielo el curso pasado, con la tercera posición y el billete para la primera Liga de Campeones de su historia.

El argentino Alejandro Papu Gómez, el colombiano Duván Zapata o el esloveno Josip Ilicic son los grandes nombres del equipo de Gasperini, pero la gran fortaleza es el equipo, cuyo juego rico de intensidad y técnica puso en apuros a los grandes de Italia.

Papu Gómez, capitán del Atalanta (Foto: EFE)

El debut en la "Champions" fue traumático, con un contundente 4-0 en el campo del Dinamo Zagreb y otras dos derrotas, contra el Shakhtar Donetsk y el Manchester City en el Etihad Stadium.

Estaba al borde de la eliminación el Atalanta, pero siete puntos en los últimos tres partidos, unidos a una serie de resultados negativos de su contendientes, permitieron a los hombres de Gasperini hacer historia y avanzar a los octavos.

Nunca ningún equipo había pasado a la fase de eliminación directa tras perder los primeros tres partidos y nunca el Atalanta había llegado tan lejos en Europa. Los miles de personas que esperaron a sus ídolos tras sellar el pase de ronda en Ucrania ante el Shakhtar, demostraban el estado de completa euforia que se sigue respirando en Bérgamo.

Sin ponerse límites, el Atalanta se prepara ahora para un nuevo reto, contra el Valencia este miércoles en el estadio San Siro de Milán, su casa europea en esta temporada a la espera de que su campo consiga el visto bueno de la UEFA para albergar compromisos europeos.

Se espera un partido grande, que Gómez, Duván, Ilicic y sus compañeros encaran sin mucha presión, pero con máximas ambiciones.

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