El Valencia CF ha cambiado la felicidad y los festejos de hace justo un año con motivo de la celebración de su centenario por la tristeza de su 101 cumpleaños, marcado este 18 de marzo por la incertidumbre derivada de la propagación del coronavirus.
Si la efemérides de hace un año se convirtió en una de las mayores fiestas vividas por el valencianismo desde la fundación del club, la de este miércoles llega en un momento especialmente duro, sin apenas precedentes para el Valencia CF y de extrema preocupación para toda la sociedad.
Mientras el 18 de marzo de 2019 la bandera del club se paseaba por la ciudad en una emocionante marcha cívica, ahora el Valencia se ve perjudicado por la crisis general y cuenta con varios afectados en particular.
Se trata de un 35 por ciento de su plantilla y cuadro técnico, entre ellos los jugadores Ezequiel Garay, Eliaquim Mangala y José Luis Gayà.
Pocas situaciones tan diametralmente opuestas ha vivido el club que nació el 18 de marzo de 1919 con tan solo 365 días de diferencia (366 en este caso al ser el 2020 un año bisiesto).
En marzo de 2019, el Valencia disfrutaba de una jornada de alegría máxima. Por una parte, desde un prisma deportivo, el equipo se había clasificado pocos días antes para la final de la Copa del Rey y, además, estaba vivo en la Liga Europa y veía factible alcanzar la cuarta posición de la Liga.
Finalmente, dos meses después, fue cuarto y accedió a la actual Liga de Campeones, ganó la final copera ante el Barcelona en mayo y fue semifinalista en el segundo torneo continental.
El proyecto deportivo, con Mateu Alemany en la dirección general del club, y Marcelino García Toral, en el banquillo, generaba optimismo a partir de un equipo muy competitivo.
En este contexto, el Valencia cumplió cien años la víspera de San José, en plenas fiestas de las Fallas y con un ambiente excepcional en toda la ciudad.
Hoy se recuerda aquella jornada como el punto más lejano al del panorama que se vive en València con sus habitantes recluidos en sus domicilios para aislarse de la enfermedad.
Aquel 18 de marzo despertó con una procesión cívica en la que el valencianismo mostró su músculo por las calles de la ciudad detrás de una bandera portada por valencianistas legendarios, entre ellos Mario Kempes, el más venerado por la afición.
Fue aquella, sin duda, la jornada más emotiva que el Valencia ha vivido fuera de un terreno de juego durante su primer siglo de historia.
Posteriormente hubo todo tipo de actos: apertura de una placa conmemorativa en la plaza del Ayuntamiento, visita al consistorio, ofrenda floral en la basílica de la Virgen de los Desamparados y actos organizados por la Agrupación de Peñas.
La actual es una situación de contrapunto respecto a aquella fiesta con el aislamiento del equipo, la interrupción de las actividades deportivas a nivel internacional y la población centrada en la superación de la crisis.
Además, el Valencia ha llegado al escenario actual en un momento en el que su juego y sus resultados están lejos del optimismo de hace 366 días, necesitado de una mejora sustancial en lo deportivo, aunque esa no sea en estas circunstancias la principal preocupación ni del club ni de su entorno.