Geoffrey Kondogbia vestirá de rojiblanco las próximas temporadas después de confirmarse su traspaso al Atlético de Madrid. Un fichaje que se ha gestado a base de malas artes por parte de tanto la propiedad del club como por parte del futbolista, que se declaró en rebeldía. Una formula que ha utilizado de forma recurrente en muchos de los equipos en los que ha militado. A la hora de dar el salto a otro club, Kondogbia le ha cogido el gusto a eso de poner problemas para forzar una situación y salirse con la suya.
Así mismo llegó al Valencia en el verano de 2017. Kondogbia era el elegido por el Valencia CF y Marcelino para reforzar el centro del campo blanquinegro y el acuerdo del traspaso con el Inter de Milán se produjo después de que el jugador se negase a entrenar varios días y abriese un conflicto con el club 'nerazzurro'. Kondogbia cruzó el límite e incluso llegó a ser sancionado por el Inter pero finalmente, acabó saliendo en dirección a Mestalla.
De forma similar aunque sin tensar tanto la cuerda consiguió que el Mónaco cediese para traspasarlo al Inter de Milán en el verano de 2015.
La historia no fue muy diferente cuando cruzó el puente entre Sevilla y Mónaco en 2013. El club monegasco acabó abonando la cláusula de rescisión de 20 millones de euros ante la rigidez hispalense por negociar un traspaso. Antes de llegar a desenquistar la situación, el propio padre de Kondogbia forzó la situación y el futbolista se borró de un partido de previa de Europa League contra el Slak por unas presuntas molestias estomacales que al día siguiente habían desaparecido por completo. Además, el jugador no se presentó al entrenamiento cuando se le esperaba en su último día como jugador sevillista.
Visto lo visto, Kondogbia no es el mejor ejemplo a la hora de poner punto y final a su trayectoria en los equipos en los que milita.