Vulnerables, sin ideas y sin demasiada capacidad. A pesar de la voluntad de la plantilla del Valencia CF y el esfuerzo de sus jugadores, así es cómo se muestra el equipo jornada a jornada. La derrota de este martes ante el Sevilla fue un claro ejemplo. El Sevilla asaltó Mestalla y deja al Valencia al borde del precipicio, a tan sólo un punto del descenso. Más allá de lo que se ve en el terreno de juego, lo que más preocupa son las sensaciones que rodean al club. La pobreza de lo que se observa sobre el verde no es más que una consecuencia de la nefasta gestión por parte de Peter Lim y Anil Murthy al frente de un desmantelado Valencia.
El equipo, sin fichajes y después de haber perdido a gran parte de sus mejores jugadores, ofrece sensación de desgaste y tan sólo reacciona con destellos de amor propio como el que le permitió evitar una histórica y vergonzosa eliminación copera la semana pasada ante el Terrassa de Tercera División.
Lo peor de todo es que el club y el equipo no tienen demasiado margen de mejora y crecimiento. Se acerca el mercado de invierno y si viene algún futbolista para reforzar tanto la zona defensiva como el centro del campo, será de un perfil bajo y que apenas le implique coste económico a un club al que la economía de guerra le está metiendo en demasiados problemas, muchos más de los que la propiedad podía esperar.
El técnico del Valencia, Javi Gracia, ha tenido que vivir todo tipo de situaciones desde su llegada al club valencianista y en estos momentos se encuentra hundido en su propia resignación, consciente de que el equipo no da para mucho más y sin confiar en absoluto en que el club le pueda traer algo en el mercado.