"Ahí va Jorge Molina, cabalga como si fuera un chaval. Sigue Jorge Molina, que pisa el área, el golpeo... ¡Tocó en Hugo Duro! Tocó en Hugo Duro, que le negó el gol a su compañero. Y ahora va la réplica inmediata del Valencia, qué bonito es el fútbol cuando se vuelve loco, envía al área Gameiro, Rodrigo.... ¡BUENO, BUENO, BUENO, BUENO! ¡BUENO, BUENO, BUENO, BUENO! ¡Gooooool...!". ¿Se acuerdan, verdad? Fue lo que le salió del alma a Miguel Ángel Román, narrador de Movistar Plus, en la vuelta de las semifinales de la Copa del Rey entre el Valencia CF y el Getafe CF. Protagonista involuntario que supuso la clasificación de los de Marcelino García Toral a la final ante el FC Barcelona. Ahora, tras pasar un año en el Real Madrid, Hugo Duro va a cerrar su fichaje por el cuadro valencianista.
Y es que esta historia estaba destinada a encontrarse de nuevo. Posiblemente el nombre más recordado (o al menos uno de los tres) en el título copero, y eso que ni siquiera jugaba en el Valencia. O así era, al menos, hasta ahora.
De hecho, el club para avanzar su fichaje utilizó al célebre narrador.
Porque si el destino tiene este tipo de cruces, cuando hablamos de fútbol esto incluso se intensifica. Este deporte entiende de ironías, de sucesos extraños, pero sobre todo a la larga suele recompensar. Habrá quien vea el fichaje de Hugo Duro por el Valencia como algo casi poético. Su intervención, fortuita, fue fundamental para levantar un título, y vestir la camiseta del murciélago será casi como un premio del fútbol.
No en vano, Hugo Duro pasó de tener oportunidades con el primer equipo del Getafe en LaLiga Santander a disputar la Segunda División B con el Real Madrid. Es cierto que incluso llegó a participar en la UEFA Champions League, aunque eso fue de manera casi testimonial. Ahora le llega una nueva oportunidad en la élite, con un entrenador que conoce al futbolista como José Bordalás. Alguien que ya sabe qué puede dar y que, evidentemente, ha estado de acuerdo en su fichaje.
Ahora le tocará demostrar que es futbolista para un Valencia de máxima exigencia. Que puede ganarse un hueco y que puede dar mucho más al club de lo que aquel día, de manera fortuita y desafortunada para él en ese momento, fue solo la primera piedra para que Mestalla jamás olvide su nombre.