Gonçalo Guedes acapara titulares y fue el líder de un Valencia CF que arrasó al CA Osasuna en El Sadar. Un gol, tres acciones decisivas y la sensación de que cada vez que cogía el balón iba a hacer temblar los cimientos del estadio. Sin embargo, hay un deseo que el portugués no pudo ver cumplido en una de las tardes más mágicas que se le recuerdan con la camiseta del conjunto de Mestalla.
Comencemos por el principio. El portugués fue el mejor de la primera mitad en el Valencia CF, todo y que no marcó. Cada vez que encaraba generaba peligro. En la segunda, sin embargo, esas sensaciones las transformó en tres acciones decisivas que acabaron en gol.
El primero, en el 50, un centrochut que tocó en Aridane antes de colarse en la portería. El segundo, poco después, cuando inapelable desde la derecha en el 54 logró un auténtico golazo que enmudeció al Sadar. Y, veinte minutos después en el 73, peleó un balón sencillo para la zaga rojilla y forzó un córner que, a la postre, serviría para que Alderete, de cabeza, hiciera el 1-4.
Todo era perfecto, Guedes había marcado su tercer doblete (antes lo logró ante el Real Betis y el SD Eibar)
Todo era perfecto, Guedes había marcado su tercer doblete (antes lo logró ante el Real Betis y el SD Eibar) y se iba feliz para casa. Fue, cómo no, el jugador designado para hablar como gran protagonista del partido y dijo esto cuando le preguntaron si "el 1-2, ¿es de Aridane o de Guedes?: Tiene que ser mío, quería hacer un centro pero la verdad que entró. Estoy muy contento por los dos goles, pero principalmente por la victoria y el resultado".
El árbitro, De Burgos Bengoetxea, sin embargo, no picó y en el acta del partido, poco después, dejó a Guedes sin ese deseo incumplido y concedió el gol a Aridane en propia puerta quitándoselo a él, aunque nada podía desdibujar la sonrisa de su boca.