La sonrisa en la vuelta de la afición a Mestalla: "Dejad que los niños se acerquen a mí"

El de la foto es Lucas, el hijo de Martín, pero antes que él y después, decenas de niños y aficionados se acercaron hasta el coche de los jugadores del Valencia CF que salían de Mestalla tras el empate in extremis ante el Mallorca. Nada puede con ellos, con los aficionados, en especial con los más jóvenes y sus orgullosos padres que, una hora después de acabar el partido, esperaban fuera del recinto para fotografiarse con sus ídolos.

"Firma aquí", "Mira aquí", "Eric acércate", "Carlos por favor, la última" y así religiosamente todos los integrantes del equipo. ElDesmarque captó al capitán, pero todos los jugadores sin excepción, desenmascarillados si hacía falta, se pararon para ser agasajados por una afición que los echaba de menos, que aunque desencantada por las seis jornadas sin ganar y desafecta con Peter Lim, olvida todo cuando sus ídolos ocupan el mismo espacio que ellos en la tierra. Eso es el fútbol, el sentimiento, esa es la energía que mueve este deporte y que nada ni nadie puede tumbar.

Mestalla, 29.139 aficionados a la hora de comer

La entrada no fue de las buenas pero tampoco estuvo mal. 602 días después volvía el público a Mestalla con el 100% de aforo. 29.139 espectadores, según LaLiga Santander, se dieron cita en el coliseo para rajar, disfrutar, vivir, abrazarse y volverse loco con los goles de Guedes y Gayà en el 97.

El Valencia CF, tras haber cosechado cinco encuentros consecutivos sin conocer la victoria, necesitaba hacer de Mestalla un fortín para volver a sumar de tres en tres. Por ello, el regreso de la afición valencianista al estadio fue clave para llevar en volandas al equipo. Y a ello se dispusieron desde el principio. La locura llegó con el 2-2 de Gayà.

Así, tras la tímida pitada inicial a Kang in Lee en su regreso a Mestalla y el clásico cántico contra Anil Murthy (Anil canalla, fuera de Mestalla) el público se arrellanó en sus asientos tras el almuerzo para ver el primer partido a las 14 h que se recuerda en el viejo coliseo.

Ya sin la Curva Nord como tal, el fondo tampoco dejó de cantar y animar a los suyos en una calurosa mañana. Desde el sur se inició un clamoroso "Peter vete ya" al que se cogió todo el campo. Duraban poco, pero ahí estaban. Después los 29.139 espectadores se liaron con Kang In Lee y con el equipo. La modorra de la hora y lo desagradable del resultado le restaron empuje al choque, pero la afición vibró con un final de infarto en el que anotaron dos goles en cinco minutos.

La ovación final se mezcló con nuevas y más ácidas críticas a la propiedad. La desafección es total.