Valencia CF y Rayo Vallecano se han enfrentado en 47 ocasiones a lo largo de toda la historia. En el balance, los blanquinegros sacan una amplia renta habiéndose impuesto en 27 partidos, por tan solo ocho de los madrileños y 12 encuentros que quedaron en tablas. La historia y los duelos librados en la última década también favorecen a los de la capital del Turia.
Sin embargo, hubo una época en la que no todas las cosas se veían de color rosa. En concreto, en la campaña 86/87, el Valencia veía las cosas con urgencia, aunque también hubieron buenos momentos. Por aquel entonces, el duelo que se librará el próximo lunes en el barrio de Vallecas, con menos foco mediático del que quizás merecería, se libró en una categoría inferior. Por ello, desde ElDesmarque Valencia, hemos querido rememorar el enfrentamiento de aquella temporada.
Los pupilos del maestro Alfredo Di Stefano afrontaban una temporada de resurrección, en la que no había margen para la duda y donde los resultados debían encadenarse. El Valencia tenía un equipo plagado de estrellas con nivel de sobra para Primera División. Con todo y con eso, el domingo 18 de enero de 1987, Rayo Vallecano y Valencia CF se veían las caras por segunda vez en la categoría de plata. El encuentro de ida en Mestalla se resolvió con un 0-0 y los valencianos llegaron a la capital líderes de la clasificación. Su perseguidor, el Celta de Vigo, le pisaba los talones a tan solo un punto de distancia.
Aquel día, el técnico argentino formó con Sempere, Quique, Revert, Giner, Arias, Fernando, Subirats, Arroyo, Bossio, Fenoll y Sixto. En el banquillo, esperarían su turno Voro y Jon García.
Las crónicas de la época y las base de datos Ciberche relatan un partido farragoso y muy combativo. Con la mejor entrada de la temporada, aproximadamente 12.000 espectadores, Rayo Vallecano y Valencia firmaron tablas sin goles en un terreno de juego helado que hizo impracticable el desarrollo del juego, sobre todo en los segundos 45 minutos. Ambiente de gala con tracas y numerosas representaciones de jugadores valencianos, que solo enmudecieron cuando se guardó un minuto de silencio en memoria del portero José Antonio Gallardo.
El colegiado catalán Albert Giménez, no tuvo su mejor día en los terrenos de juego puesto que acumuló diversos errores que perjudicaron a ambos. No señaló un penalti claro en el que Callejo derribó a Quique, cuando apenas había comenzado el encuentro. Para colmo, expulsó en el minuto 31 a Quique y Andrés, cuando este último se limitó a encajar el puñetazo del defensor valenciano. El festival tarjetero lo culminó mostrando la cartulina amarilla a Capón, García Navajas, Bossio, Arroyo y Subirats. El público despidió con pañuelos y gritos su desastrosa actuación.
A pesar de los incidentes y la cuestionable actuación arbitral, durante 30 minutos su pudo disfrutar de un espectáculo vibrante, protagonizado por el ritmo infernal que impusieron ambos equipos. El Valencia, que formaba con un centro del campo de Primera, relegaba al Rayo a dominar el apartado físico del partido, que consiguió sobreponerse a la superior clase de los valencianos. Esa superioridad no sirvió de gran cosa pues se encontró con un Sixto atípico y errático que perdonó a los 22 minutos la ocasión más clara del partido, lanzando el esférico por encima del travesaño con toda la portería para él.
El miedo que impuso con su clase el Valencia se tradujo en el repliegue de los madrileños, que optaron por jugar al contraataque, para evitar la derrota que se veía venir. Sólo Cunningham se atrevió a replicar la calidad de los ches, con unos movimientos ofensivos y unas fintas que hicieron recordar sus mejores tiempos.
En cuanto al conjunto de la capital, las ocasiones más claras fueron solventadas por Sempere sin mayores dificultades. No obstante, tal y como recogen los periódicos de entonces, a partir del minuto 31 no hubo más fútbol pues el colegiado redujo a 20 el número de contendientes para convertirse él en el único protagonista del encuentro.