Este jueves 4 de mayo se cumplen 24 años del fallecimiento de Luis Casanova, uno de los grandes presidentes de la historia del Valencia CF que ahora mismo sufrirá como pocos desde arriba la delicada situación del club de Mestalla. Como recuerda Ciberche, presidió el club entre 1940 y 1959, conquistando tres Ligas y tres Copas. El coliseo valencianista llevó su nombre entre 1969 y 1994. Ahora, Mestalla sigue siendo el principal activo del Valencia CF.
Si uno camina por la calle Micer Mascó podrá disfrutar de cómo aparece Mestalla, un coloso entre edificios. Un templo que conecta las entrañas de Valencia desde el centro en el que se arremolinan los turistas hasta los barrios marítimos en los que todavía se acumula arena en las esquinas de la calzada; desde la ciudad que vivió cañonazos contra sus torres hasta el asfalto que vibró con monoplazas por su puerto. Mestalla es eso, Mestalla: una arteria del río Turia. Un pulmón del valencianismo. La entrada a la avenida de Suecia dura un instante, un pestañeo en el que redescubrir el hogar de Puchades, de Kempes o del Piojo. El estadio se alza ante tus ojos en unos segundos; sin embargo, su transformación en el santuario de los del murciélago duró casi cien años. Un club centenario en el que Luis Casanova pasó diecinueve en su presidencia y veinticinco en su letrero. Casanova es sinónimo de Mestalla, de Valencia, de efe cé y de fútbol. Un cuatro de mayo pero de 1999 pasó a formar parte de los ches que ya no pueden volver al templo, falleció con 90 años.
Cuando Casanova entraba a Mestalla para ejercer como presidente, pocas veces se sentaba en tribuna. Él quería estar cerca del pasto, con los entrenadores. El Valencia CF le dolía y se cobijaba en sus vestuarios hasta que el masajista acudía para anunciarle que los de la capital del Turia triunfaban. Y es que la presidencia de Casanova se cuenta por títulos y goles de la delantera eléctrica. Las primeras Copas y las primeras Ligas requerían un estadio donde dignificar que eran los mejores de España.
Heredó la presidencia de Alfredo Giménez Buesa, comandante del ejército franquista, impuesto tras la depuración de cargos posterior a la Guerra Civil. El militar compaginó su cargo con el mando del Batallón de Recuperación de Levante y este hecho fue clave para la salvación de Mestalla y la llegada de artilleros como Mundo. Con esos mimbres Casanova hizo que el Valencia CF se vistiera de gala, en una España lánguida, el mejor presidente de la historia del club se empeñó en que los valencianistas vivieran años dorados.
Recogió un campo en el que se plantaban patatas y lo reformó hasta equipararlo a los mejores de Europa en el que, con las medidas de seguridad de antaño, se acumulaban casi 60.000 almas. Profesionalizó a la entidad y bebió de los mares del fútbol inglés. La delantera eléctrica tenía unos ángeles de la guarda, la triple C: Casanova, Cubells y Colina. El trío catapultó al Valencia CF y se rodeó de los mejores. Recibió como legado el huerto de Mestalla, sembró profesionalismo y recogió la mejor época del Valencia CF.
Hoy se cumplen 24 años del fallecimiendo de Don Luis Casanova Giner, uno de los presidentes más emblemáticos en la historia del Valencia CF. Presidió el club entre 1940 y 1959, conquistando 3 Ligas y 3 Copas. Mestalla llevó su nombre entre 1969 y 1994.
Nuestro recuerdo para él. pic.twitter.com/iWyL0et7Rl
— 𝗖𝗶𝗯𝗲𝗿𝗰𝗵𝗲 (@ciberchenet) May 4, 2023
Luis Casanova formaba parte de una familia acomodada y se marchó a Londres. Allí vio a unos muchachos del Arsenal FC que pateaban un balón, eso no era críquet. Era football y la gente ya cobraba y pagaba por él. Quedó prendado del deporte y lo quiso para su tierra. A su imagen y semejanza profesionalizó el Valencia CF hasta convertirlo en el mayor gigante del balompié nacional. Allí nació un paralelismo. El de unos ches que se encuentran a Gunners en finales europeas y que conquistan Highbury cuando nadie lo hacía. El de un Valencia de Benítez que destrozaba galaxias y el de un Arsenal de Wenger que se reía del Fergie Time. El de Emery cumpliendo objetivos y el de Paulista y Coquelin celebrando Copas.
Casanova fue un soñador ligado al cine. CIFESA convirtió Valencia en el Hollywood español. Las películas de Columbia eran suyas y las mejores estrellas tenían su sello, ya fuera delante de una cámara o de una portería. Los cuarenta fueron años de triunfos y los cincuenta una lucha de la vieja guardia por no perder el brillo de antaño. Una década donde, pese a todo, se consiguió una Copa del Generalísimo y varios subcampeonatos. Sin embargo, fue el principio del fin.
Luis Casanova vivió la Riada de 1957, su templo anegado por las aguas del Turia. La historia del expresidente tiene, como la Dolce Vita, varios actos. Empezó en el Valencia CF con anecdóticos pasos por la presidencia, lo convirtió en el mejor club del momento y, también, sufrió varios reveses. Si la mejor década de la entidad coincidió con la de CIFESA, mismo esquema seguiría con su marcha. La productora de cine quebró después de apostarlo todo por el filme de Fellini, la dictadura lo prohibió y eso fue la ruina. El de Oliva no solo se jugaba la reputación, se jugaba su dinero: ya fuera para remodelar Mestalla o para pagar la hipoteca de Mundo. Dijo basta y se marchó, pero su legado fue eterno. Su última obra fue una metáfora de su trayectoria como presidente, inauguró la iluminación de Mestalla. En una España gris, consiguió que el Valencia CF brillara con luz propia.
En el plano deportivo ganó tres títulos de Liga en las temporadas 1941-42, 1943-44 y 1946-47 (en tres ocasiones fue subcampeón 1947-48, 1948-49 y 1952-53), y levantó tres Copas en 1941, 1949 y 1954, siendo cuatro veces subcampeón 1944, 1945, 1946 y 1952. Además, conquistó la Copa Eva Duarte, actual Supercopa de España, en 1949 y jugó la final del año anterior.