Me encantó la campaña de abonos de hace unos años que parió el Valencia con mi amigo Damián en sus entrañas que decía aquello de a veces blanco, a veces negro, pero siempre blanquinegro. Esa dualidad nos define, nos enciende, nos cabrea, pero también nos da vida. Los mejores Valencia que he visto de la historia se han producido cuando la afición estaba enfurecida cuando lo deportivo primaba por encima de lo social y dejábamos casi en paz a los jugadores y a los cuerpos técnicos casi en paz. Sucedió en el año del doblete, en la época de Cortés, y en la de Llorente. Afición y prensa azuzábamos al palco por la gestión y el equipo, entretanto, iba a la suya, cosechando éxitos y títulos. Criticábamos y eso que la gestión deportiva era infinitamente mejor que la que vivimos ahora con Peter Lim, que pese a la victoria en Balaídos, tiene a un histórico sufriendo en la parte baja de la tabla.
El otro día Baraja, criado para el valencianismo en esa época gloriosa, apelaba a ese espíritu en sala de prensa cuando le preguntábamos por el viaje a Singapur de esta semana y aseguraba que eso no le restaba energías. Lejos de eso, el vallisoletano, que es listo y se las sabe todas, se borró del viaje y gastó su tiempo en hacer una quedada con sus jugadores, una comida de hermandad para cerrar filas y aislar al equipo del entorno. La historia ha demostrado en infinidad de ocasiones que se puede protestar contra Peter Lim y animar al equipo. Hay tiempo para todo y sólo hay que saber encontrarlo.
La cosa le salió bien y demostró que este club, que nuestro carácter nos permite vivir momentos oscuros en la gestión, en el palco, pero a la vez tener la luz suficiente para que un grupo de jóvenes con desparpajo como son los Diego López, Alberto Marí y Javi Guerra se arremanguen para dar un paso adelante cuando otros más veteranos se han arrugado en una temporada horrorosa. ¿Saben qué tienen en común con los 200 valientes que se cruzaron España para animar al equipo? Su juventud y sus ganas de cambiar el mundo.
Y es que, ahora que uno avanza hacia la senectud se da cuenta que la juventud mueve montañas. El futuro les pertenece y, aunque los mayores tendamos a mirarlos con displicencia, pensando que estamos en posesión de la verdad, alguna lección nos dan cuando los jóvenes dan un paso al frente. Que se lo digan a los futbolistas que ha sentado Baraja para apostar por Guerra, Diego o Alberto. Pero en todos los ámbitos pasa. Feliz semana.
David Torres
Delegado de ElDesmarque en València
Siempre no. Recuerdo una epoca, hace muchos años en la que el uniforme del Valencia era totalmente blanco.