Samu Castillejo, cuyo paso por el Valencia CF terminó el pasado verano para recalar de nuevo en Italia, ha hablado ahora de nuevo de su paso por el club de Mestalla. Entre otras cuestiones, justifica la salida de Gennaro Gattuso, del que dice guardar mejor recuerdo que de Baraja: "Fue un año complicado en el que empezamos muy bien, la verdad que jugábamos al fútbol muy bien, divertíamos. Después del parón del Mundial tuvimos el bache de siete, ocho partidos encadenados que no ganábamos y la decisión que tomó para mí fue correcta. Por su trabajo, su labor como entrenador, lo que pedía era un mediocentro y el club no le dio lo que pedía y decidió marcharse porque no quería ser cómplice de nadie, no quería seguir en esa situación. Y luego sufrimos hasta el último momento, pero bueno, pudimos mantenernos en Primera".
En esta entrevista concedida a Relevo, Samu Castillejo habla también de diferentes cuestiones:
Él fue el que lo gestionó todo, el que lo movió todo, el que me llamó y me dijo: "No, olvídate de esto, olvídate de esto". Es verdad que yo también tenía muchas, muchas ganas de ir al Valencia y ya tuve la oportunidad de haber ido en el mercado de invierno anterior a ese de verano y no se dio la posibilidad, y la verdad que era un club al que quería ir a jugar. Perdoné un montón de dinero porque la situación económica del Valencia era la que es y decidí ir a jugar ahí porque quería un reto nuevo, porque quería jugar y porque el míster quería que estuviera ahí.
Bueno, fue un poco de sorpresa, la verdad. Yo sabía que él llevaba muchos días trabajando en traer un mediocentro. Aparte, él llamaba directamente a los jugadores. Él, por el personaje que es, cuando te llama hace más fuerza. Él directamente llamaba, convencía al jugador y luego cuando se tenía que hacer la operación el Valencia decía que "no, aquí no podemos llegar. No, aquí tampoco. No, aquí tampoco". Y bueno, creo que se le acabó la paciencia y decidió marcharse.
Sí, sí, tenía otras opciones, en el campeonato italiano, en España también, fuera, pero te llama él y te quita la duda con dos gritos. "No, no, olvídate del resto. Olvídate del resto. Haz todo lo posible para venir aquí". Y yo lo primero que dije fue: "A mí no me importa el dinero, no me interesa el dinero, quiero ir a jugar ahí". Y se cerró todo en menos de una semana.
El jugar en un club como el Valencia, con una afición que es muy exigente. Yo cuando jugaba en el Villarreal, ir a jugar a Mestalla era siempre especial porque es un campo muy top, uno de los mejores que hay en Primera. Entonces, la posibilidad de ir a jugar ahí, con un entrenador que conoces y con las ganas de jugar ahí, bueno, se juntó todo y se dio. Perdoné mucho dinero porque mi ilusión era ir ahí.
Sí, pero bueno, lo fácil ahora es decir en el mercado de verano que "no, que sólo le importa el dinero y tal", por poder señalar a alguien. Yo tengo la conciencia bastante tranquila en ese sentido, que he dado siempre lo mejor de mí. Siempre he buscado el beneficio antes de los demás que el mío, pero llegó un momento en el que dices: "Bueno, uno tampoco es tonto". De bueno a tonto hay una línea muy fina que yo no quería superar. Mi gente sabe lo que pasó, mi familia, yo, y con eso tengo bastante. No tengo por qué darle explicaciones a nadie más.
Bueno, es que mi cambio fue de la noche a la mañana, de empezar una pretemporada y que la relación con el entrenador dicen que no era buena. Para nada. Simplemente él tiene un modelo de juego que a lo mejor no va con mi juego y que sabía que seguramente tendría que salir. De ahí a todo lo que se dijo creo que se fue un poco de las manos. Mi hermano en su momento se equivocó, que yo lo hablé con él, pero ¿qué hermano no defiende a su hermano cuando lee y ve tantas mentiras que se estaban diciendo? Tantas acusaciones. Se dicen las barbaridades que se decían de mí está claro que me tenía que defender. Como yo lo hubiera defendido a él.
Lo llamo periodista, entre comillas. Gente que lo único que quiere es buscar conflicto para ganar diez seguidores o para tener a la gente de Twitter ahí "oh, es un fenómeno". ¿Yo, por atraer a esa gente, voy a hundir o voy a manchar la imagen de un profesional? Porque soy un profesional. La gente puede decir misa. He escuchado muchas veces con Carlotta, con mi pareja: salir, ¿a dónde? Pero si hemos estado un año metidos en la casa los dos, que no salíamos a ningún sitio. Cenas de equipo con tus compañeros, lo normal, lo que hacen todos, pero por querer salvar a alguien intentamos ensuciar la imagen de otro. Por salvar al que me habla por detrás o al que me cae mejor. Y en su momento reaccioné porque no me parecía lógico y no me parecía que estaban respetando a mi persona, más allá del futbolista, porque estaban diciendo muchas mentiras: como que yo pedía tal, yo quería no sé cuántos millones... Cosas que, cuando las lees, sinceramente, dices: "¿Esto de dónde ha salido?". Te haces muchas preguntas. Pero bueno, tengo la conciencia…
A principios de la pretemporada en cierto modo creo que sí, puramente. Ellos tenían una situación económica muy complicada en la que algunas cosas, entre comillas, dependían de mí [de su salida dependían económicamente otras llegadas], o eso decían. Entonces lo fácil es apuntar el dedo al jugador. Y al final somos la diana de todos. Era lo más fácil.
Dijo una cosa que no me gustó en el vestuario, y como jugador y entrenador se confrontan, como tú puedes decirle a tu jefe que no te gusta que te mande a entrevistar a no sé quién. Pues yo en su momento le dije que "no me gusta que hayas dicho esto delante de todos". No es que fui por detrás, no, no. Delante de todos: "Esto no me ha gustado y esto, si lo dices, di nombres y apellidos. No, no es así la cosa". Y a partir de ahí ya dejé de jugar. Yo lo que aprendí con Marcelino es que no sean injustos conmigo. Si yo veo algo que no me gusta o tú quieres transmitir algo al grupo y sabes por quién lo dices, dilo. No vayas con segundas para que los demás piensen que... No. Dilo: di mi nombre, lo hablamos como hombres en el vestuario, delante de todos y no hay ningún problema. Y bueno, seguramente no le gustaría que pudiéramos hablar. Pero ya te digo que con Marchena la relación no era mala ni nos peleamos, fue simplemente una conversación con todos delante y ya está. Y a partir de ahí ya dejé de jugar el último mes.
También, en muchas ocasiones en las que no entrenaba por molestias -lo pasé muy mal el año pasado con los sóleos- y no salía nada público de que estaba lesionado. El último partido de Liga tuve una lesión en el sóleo que llevaba arrastrando mucho tiempo y la última semana ya no podía más y, bueno, decían que no iba convocado por decisión técnica. Estoy lesionado. Ahora, si no lo queréis publicar es vuestra película. Yo estoy lesionado. Hubo cosas que...
No, no, no. La relación, durante el año, la gente por la calle, fue espectacular. Iba al estadio, los primeros partidos que estaba a punto de salir y siempre está el típico que siempre suelta algo de lejos, pero la gente era "no, no te vayas". La gente se olvida de los números, del juego, pero las estadísticas están ahí del tiempo que jugué, de todo lo que jugué. Me operé la mano, que me habían dado dos meses para poder volver a jugar, y a los quince días le rogué y convencí al doctor de que estaba preparado, que yo quería ayudar al equipo, que por favor me hiciera una protección. Yo no tenía la movilidad entera de la mano, no era capaz de moverla y forcé para jugar porque quería ayudar a mis compañeros. Quería ayudar al club, al entrenador, pero bueno, de eso nadie se acuerda. Lo fácil es, como te he dicho antes, apuntar con el dedo y decir: "No, tú eres así". Pero bueno, el fútbol es así, estaba más que acostumbrado a eso.
Con Rubén, bien. No será un recuerdo que me lleve al final de mi carrera, pero de todos los entrenadores he aprendido algo, de todas las situaciones, tanto positivas como negativas, he sacado siempre algo. Y esta es otra experiencia más en la que he sacado algo también. Desde que llegó la verdad que hablamos mucho, porque por su modo de juego y mi posición en el campo no nos llegábamos a compenetrar, digámoslo así. Entonces, al principio la verdad que hablábamos mucho y al final no hablábamos, directamente.