Hasta aquí llegó la temporada del Valencia CF. La derrota en el Reale Arena le deja sin opciones de luchar por jugar las competiciones europeas la próxima temporada. Ahí es nada y ahí es todo. El valencianismo no olvida, pese al resultado, para lo que estaba parido este Valencia CF de Peter Lim y en lo que lo han convertido Baraja y sus chicos, su ya famosa Quinta del Pipo. Pero como los últimos de Filipinas, como los últimos del sitio de Baler, no se puede pedir más. El resumen: el Valencia CF perdió en su visita a la Real Sociedad, partido que cerraba la 36ª Jornada de LALIGA EA Sports El quinto partido consecutivo sin ganar (cuatro derrotas y un empate) supone el aldabonazo final a un equipo que firma, pese a todo, una temporada sobresaliente en la que rindió muy por encima de lo esperado. También en el Reale Arena, donde fue de menos a más sobreponiéndose hasta media docena de bajas.
Las bajas de última hora de Hugo Duro y Pepelu terminaron por resquebrajar unas lineas que habían aguantado cuando se fue Gabriel, que soportaron la grave lesión de Diakhaby, que han sufrido sin Fran Pérez, Jesús Vázquez o Jaume... pero que en el Reale Arena ya no pudieron más. Las tropas valencianistas llevan semanas haciendo aguas. No ganó ninguno de los dos partidos que tenía asequibles en casa y ahí empezó a difuminarse el sueño, que ellos mismos crearon desde septiembre cuando nadie creía en esta plantilla y en este cuerpo técnico más que ellos.
El Valencia CF terminó de hincar la rodilla en su lucha de gigantes ante una Real Sociedad que, a pesar de las bajas, apostó por refrescar su líneas y meter a futbolistas menos habituales como André Silva y Zakharyan. Imanol se permitía el lujo de sentar a Brais y Oyarzabal porque tenía y tiene dinamita en el banquillo. Mientras, como en la canción de Nacha Pop, Lucha de Gigantes, Rubén Baraja bien podía entonar eso de: "En un mundo descomunal, Siento mi fragilidad" Y es que, al vallisoletano no le quedó otra que apostar por un once titular de circunstancias con numerosas novedades provocadas por las ausencias por lesión.
Pero es que lo de este cuerpo técnico y lo de este equipo es milagroso. Baraja acabó con el campo con Gayà, tocado, con Hugo González y Alberto Marí, jóvenes entre los jovénes, con Canós con problemas, con Guillamón recuperado para la causa tras una incomprensible ausencia, y hasta con un Amallah, el peor de los fichajes, pero que tuvo que jugar ante la cortedad de la plantilla.
Acaba el Valencia CF su lucha de gigantes por Europa con Mosquera imperial y con Mamardashvili siendo objeto de deseo de todo el Viejo Continente (quizá juegue competición internacional pero no en Mestalla) y con una Quinta del Pipo agotada que se quedó sin fuelle y que, en Pamplona, cuando rozó Europa por primera vez o en Mestalla, cuando el Betis con suerte ganó, empezó a notar el agotamiento físico y mental. Y es que, como Antonio Vega, autor de la canción de marras, quiso dejar claro en su himno Lucha de Gigantes "en un mundo descomunal" como es LALIGA es fácil que al final el equipo sintiera su fragilidad.
Faltaron armas para no ver Europa por la tele el año que viene y eso es culpa únicamente de Peter Lim.
Faltaron armas para no ver Europa por la tele el año que viene y eso es culpa únicamente de Peter Lim. Toca aprender de los errores de una mala planificación y empezar ya con la campaña siguiente para que, en el mercado, la plantilla no quede debilitada con las ventas, nadie descomponga el grupo y Baraja tenga armas para, con la Quinta del Pipo, seguir en el proceso iniciado de recuperar el honor de este club a pesar de su máximo accionista