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Ni olvido ni perdón
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Ni olvido ni perdón

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Ion Urrestarazu
Este domingo habrá una manifestación por el 20 aniversario del asesinato de Aitor Zabaleta
Este domingo habrá una manifestación por el 20 aniversario del asesinato de Aitor Zabaleta

Se dice que alguien muere de verdad cuando cae en el olvido, cuando ya nadie le recuerda. Es entonces cuando alguien está muerto de verdad. Es una frase, una reflexión bastante popular y recurrente pero no por ello deja de ser una gran verdad. Otro tópico pero que con el que ya no estoy tan de acuerdo es con el de alabar y ensalzar la imagen de un difunto, aunque en vida haya sido un canalla, una mala persona. Ocurre muy a menudo y si bien no soy partidario de bailar sobre la tumba de nadie considero que el mero hecho de morir no exculpa a quien sea de todo ese daño que haya podido causar en vida. Se cumplen 20 años del asesinato de Aitor Zabaleta y sin embargo está más vivo que nunca. Los que lo mataron consiguieron destrozar una familia pero no lograron arrodillar a toda una afición, a todo un pueblo. Entonces y ahora los asesinos y los cómplices de los asesinos siguen campando a sus anchas, pero los que sufrimos como nuestra la pérdida de Aitor ni olvidamos ni perdonamos. El perdón es para tu hijo cuando te hace una trastada, para tu hermano cuando te hace algo que no te sienta bien… pero este tipo de perdón se lo dejo si acaso para el Papa.

Todos sabemos de sobra lo que pasó hace 20 años y aunque no ha vuelto a ocurrir nada similar desde entonces, hoy es el día que aún tenemos que sufrir diferentes tipos de violencia en muchos sitios sólo por ser de la Real Sociedad. Podría encajar perfectamente en la Edad Media pero no, esto ocurre en el año 2018. Y no siempre la violencia viene camuflada tras una bufanda o una indumentaria negra, sino también de uniformes con casco, porra y botas con punta de acero. Algunos hemos tenido la gran suerte de haber vivido de los dos tipos y llevar con nosotros por siempre una marca en la piel que nos recuerda que ni olvido ni perdón.

20 años después todos los cánticos y vítores a la Real que aquel 8 de diciembre Aitor no pudo expresar en la grada del Calderón porque se estaba desangrando a unos metros de allí, son ahora un imparable altavoz de miles de gargantas que se desgañitan en cada partido y que retumba y vuela hasta lo más hondo de la historia de la Real. A todos se nos han puesto los pelos de punta más de una vez gritando “Aitor, Aitor, Aitor Zabaleta” y hasta hemos tenido que dejarlo porque se nos entrecortaba la voz. Así es y así seguirá siendo porque el día que eso no ocurra seremos nosotros los que estemos muertos y como eso nunca pasará, te seguiremos recordando Aitor como lo que eras, uno de los nuestros. Por ti y por cada parte de nosotros que se fue contigo, ni olvido ni perdón.

Aitor, Aitor, ¡Aitor Zabaleta!

Aitor, Aitor, ¡Aitor Zabaleta!

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