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Luis Doreste, dos oros y la "fortuna" de haber destacado en todas las clases

El histórico regatista canario Luis Doreste Blanco, de 55 años, que ganó dos medallas de oro olímpicas en los Juegos de Los Angeles'84 (470) y Barcelona'92 (Flying Dutchman), se siente un "afortunado" por haber destacado en Juegos, Mundiales y Europeos de todas -han sido muchas- las clases en las que ha participado.Como una de las voces más autorizadas y expertas en el mundo de la vela, asegura que España, en general, y Canarias, en particular, tienen mucho potencial para exhibir en los Juegos de Río (Brasil), en los que anticipa que habrá medallas.
"España tiene muchas opciones en Río. Es evidente que en este deporte necesitas un buen material para ir bien y la crisis económica no ayuda en nada. Además, los deportistas no se sienten arropados en cuanto a la ayuda federativa", valora el doble campeón olímpico.
Doreste recuerda que, en su primera participación en unos Juegos, tenía "menos" ayudas, pero considera que tanto a él como a su compañero Roberto Molina en la clase 470 les tocó la "varita de la fortuna" o que pudieron encontrar el "material adecuado".
"A Los Ángeles no pudimos ir antes y fuimos con lo que teníamos, pero actualmente no cabe duda de que la gente se ha profesionalizado mucho más a nivel mundial y así es muy complicado conseguir una medalla", opina.
El laureado deportista grancanario insiste en que "a día de hoy" para conseguir un podio hay que dedicar "muchas horas, ser profesional casi al cien por cien y, además, que las ayudas federativas cuando no tienes patrocinador sean muy importantes".
Doreste dibuja una sonrisa en su rostro cuando habla de su club de toda la vida, el Real Club Náutico de Gran Canaria (RCNGC), "uno de los más laureados del mundo", donde considera que se está sacando "muy buenos regatistas como siempre".
Doreste asegura que no le gusta dar consejos, ya que los actuales regatistas están "más metidos" que él en este tema.
"Cuando alguien está metido en la preparación olímpica, está haciendo muchas horas y sabe perfectamente lo que tiene que hacer. Quizás si algún día salgo a navegar y veo algo lo comento, aunque es raro porque ellos ya controlan perfectamente lo que tienen que hacer", explica.
Luis Doreste es miembro de una destacada familia de regatistas, que también tocó el cielo con la medalla de oro del mayor, José Luis Doreste, en los Juegos Olímpicos de Seúl en 1988, mientras que Manuel y Gustavo coleccionaron títulos mundiales y también saborearon varias participaciones olímpicas.
"Somos una familia de seis hermanos en la que cuatro navegamos, José Luis, Manuel, Gustavo y yo. Empezamos porque mi tío era presidente de la Federación Canaria de Vela y, cuando empezaron los primeros cursillos en la Escuela de Puerto Rico, mis padres nos mandaron para allá. De hecho, mi padre no ha navegado nunca, él se dedicaba a la natación y todavía sigue nadando", aclara.
Doreste admite que empezaron a navegar "gracias a la gente del Náutico", que les sacaron en sus snipes y cruceros. "Así fuimos aprendiendo y se nos quedó el gusanillo".
"Sin duda, es para estar orgullosos. Los cuatro hermanos hemos ido a los Juegos y hemos ganado algún mundial y europeo, aunque solo oros en los Juegos para José Luis y para mí, pero los demás también han conseguido muy buenos resultados", manifiesta.
Entre estos éxitos familiares e individuales "por supuesto" se acuerda "mucho y principalmente" de los oros olímpicos, pero también se acuerda del "ambiente, ya que solo estar ahí es increíble y disfrutas como un chiquillo".
"La consecución de las dos medallas de oro fue muy diferente. En la clase 470 en Los Ángeles estábamos en el grupo de favoritos, pero no éramos los principales para conseguir medalla, si bien las cosas nos salieron muy bien a Roberto y a mí", analiza.
Tras varios entorchados continentales en la misma clase 470, Doreste confiesa que se cansó de navegar "muchos años en la misma categoría" y pretendía aprender nuevas cosas.
"La clase Flying Dutchman es la más divertida, con un barco muy grande y más rápido, donde se puede manejar todo, por lo que te permite aprender muchas cosas porque es muy técnica", explica sobre su decisión de variar de cara a los Juegos de Seúl en 1988, donde no pudo defender su situación de privilegio.
"Tras ganar el Mundial en esa modalidad, el tripulante se partió la rodilla y tuvimos que cambiar de cara a Seúl, pero las cosas no fueron muy bien", recuerda.
La segunda medalla fue en Barcelona'92, con Domingo Manrique en Flying Dutchman, y dice que jugaban "en casa", lo que asegura que "multiplicó la responsabilidad y, asimismo, ya era la tercera Olimpiada".
"Éramos uno de los equipos favoritos y anfitriones. Teníamos una responsabilidad mayor y la preparación que hicimos fue más concienzuda, intensa y seria gracias a nuestro entrenador Manolo Pazos, que ha estado con nosotros desde la clase Optimist. Nos quedamos con el placer de haber hecho un buen trabajo para conseguir el resultado que esperábamos. Todo eso tiene sus frutos", relata.
Tras volver a estar en la elite de la vela mundial, Luis dejó esta clase tras la cita de Barcelona porque el COI decidió que la clase Flying Dutchman dejara de ser olímpica, sustituyéndola por la Catamarán, por lo que el grancanario se pasó a la clase Soling con David Vera, con el objetivo de seguir haciendo historia en los Juegos de Atlanta, en 1996, donde fue el abanderado español en la ceremonia de inauguración.
"Siempre me fue bien con tripulación canaria, ya sea por carácter o por la forma de navegar. Tras el diploma en Atlanta, me dediqué a la vela de crucero", dice Doreste, que fue el director deportivo del Desafío Español a la Copa América de vela, que alcanzó las semifinales ante Nueva Zelanda en la edición 32 celebrada en Valencia.
Doreste cree que ha tenido la "fortuna" de haber destacado en todas las clases en las que he participado en Juegos, mundiales y europeos.
Luis, que es profesor de informática en la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria y que sigue haciendo "alguna regata", subraya que la vela ha sido una "gran parte" de su vida y que ahora se dedica a su familia y trabajo. "En eso estoy ahora", subraya.
"La gente del colegio iba de excursiones y yo a navegar los fines de semana. Empecé a viajar desde los diez años. La vela ha sido todo porque conoces gente y otras culturas y mundos. Tengo muchos amigos repartidos por el mundo", expone.
Doreste afirma que el hecho de navegar le ha formado el "carácter", su "forma de pensar", el "respeto al mar y al adversario" y hasta a él mismo.
"La cultura deportiva te ayuda en la vida diaria. Hay valores que van muy unidos y se potencia el refuerzo de todos estos valores", argumenta.
El excepcional regatista grancanario mantiene el deseo de promover "aún más" la vela en su isla natal, ya que considera que el RCNGC está quedándose "pequeño" porque "mucha gente que quiere navegar".
"La Federación debería promover más la vela en el resto de Gran Canaria. Hay pocas islas en las que solo haya un club náutico. Deberíamos tener más campos de regata, lo que facilitaría y ayudaría a los propios regatistas a que pudieran navegar en el sur o en Gando donde hay mucho viento, por ejemplo", diced Doreste.

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