El legado que los Juegos Olímpicos de 2016 dejará a Río de Janeiro será mayor que el que recibió Barcelona del evento en 1992, afirmó hoy el alcalde de Río de Janeiro, Eduardo Paes, en una rueda de prensa en que detalló el uso que se dará a las instalaciones después de las Olimpiadas."Aprendí con el exalcalde de Barcelona (Pasqual) Maragall que hay dos posibilidades: o los Juegos se sirven de la ciudad o la ciudad se sirve de los Juegos. Río va a aprovechar los Olímpicos y nuestro legado será mayor que el de Barcelona", dijo un muy confiado Paes en la rueda de prensa que concedió junto al ministro brasileño de Deportes, Leonardo Picciani.
Las dos autoridades hicieron un repaso de cómo se utilizarán las instalaciones construidas para los Olímpicos tanto en el Parque Olímpico de Barra de Tijuca como en el Complejo Deportivo de Deodoro.
"No construimos ningún elefante blanco y tengo orgullo de decir que hicimos los Olímpicos más baratos de la historia", destacó Paes tras aclarar que las instalaciones deportivas le costaron 3.000 millones de reales (unos 909 millones de dólares) a los cofres públicos y 4.000 millones de reales (unos 1.210 millones de dólares) a los de las empresas privadas.
El alcalde destacó la importancia de las asociaciones público-privadas promovidas por la municipalidad para garantizar la viabilidad financiera de los proyectos y la manutención de las instalaciones que, tras los Olímpicos, pasarán a ser usadas por la población.
Paes agregó que, una vez concluidos los Olímpicos, las estructuras del Parque Olímpico y del Complejo de Deodoro serán administradas por la iniciativa privada, por el Ejército o por confederaciones deportivas mediante convenios con el Ministerio de Deportes.
"El legado es la prioridad del Ministerio. Queremos unificar los equipamientos y trabajar desde la base hasta la cima de la cadena. Vamos a invertir en la iniciación deportiva y en el alto rendimiento", dijo, por su parte, Picciani, quien prevé que la población podrá comenzar a usar las instalaciones en el primer semestre del próximo año.
El Parque Olímpico, con un área de 1,18 millones de metros cuadrados y que albergará competiciones de 16 modalidades olímpicas y 9 paralímpicas, será transformado en un extenso complejo deportivo y educativo para las regiones de Barra y Jacarepaguá, barrios en la zona oeste de Río de Janeiro.
El futuro complejo contará con un parque público con plazas, ciclovías, áreas de recreación y canchas deportivas.
De las nueve instalaciones que componen el Parque, siete serán conservadas y las otras dos desmontadas y convertidas en escuelas y otras edificaciones. El pabellón en que se disputarán las competiciones de esgrima, taekwondo y judo paralímpico será convertido en una escuela municipal especializada en el deporte y con capacidad para 1.000 alumnos.
Por su parte, el Complejo Deportivo de Deodoro, convertido en la segunda mayor área recreativa de la ciudad, ofrecerá a la población de una de las regiones más pobres de Río de Janeiro la oportunidad de practicar deportes extremos como ciclocross y piragüismo en aguas rápidas.
El circuito de piragüismo en aguas rápidas volverá a ser convertido en piscina pública para esta deprimida región en la zona norte de Río de Janeiro.
El mantenimiento de Deodoro será financiado por el Gobierno federal de Brasil a un costo anual de 46 millones de reales (unos 13,9 millones de dólares), afirmó Picciani.
La alcaldía pagará 13 millones de reales (unos 3,9 millones de dólares) al año para mantener los equipamientos que quedarán bajo su responsabilidad.
"Nos enorgullecemos del modelo que montamos y de que, incluso en medio de una crisis política y económica, los sectores público y privado hayan respondido a las demandas para realizar los Olímpicos", concluyó el alcalde.