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De la plata al oro, la metamorfosis de Mireia Belmonte

Después de ver a Mireia Belmonte adjudicarse la final de los 200 mariposa y, con ella, su primera medalla de oro en unos Juegos Olímpicos, su técnico, el francés Fred Vergnoux, rompió a llorar en uno de los pasillos del Estadio Acuático de Río de Janeiro.Lucía Santiago
"Por favor, dame un momento. Ahora no puedo hablar", se disculpó entre sollozos antes de fundirse en un abrazo con Mónica Solana, la fisioterapeuta que cuida el cuerpo de la nadadora catalana.
Vergnoux, un gigantón de casi dos metros, trabaja junto a Mireia Belmonte desde hace cinco años. En 2012 celebraron la conquista de dos platas (200 mariposa y 800 libre) en la cita olímpica londinense, donde el francés sitúa el origen de la metamorfosis de la catalana. "Me dijo que ganaría el oro", recordó, ya con la emoción contenida, en los aledaños de la zona mixta.
Belmonte es desde anoche la reina de la mariposa. Batió a la australiana Madeline Groves y a la japonesa Natsumi Hoshi para merecer el metal dorado. "Mañana, cuando Mireia se despierte, podrá decir: 'Ya soy campeona olímpica'", destacó Vergnoux. "Lo que ha hecho es para el resto de su vida. Esto nadie se lo va a quitar. Es lo máximo que hay en el deporte. 'Chapeau'. No tengo palabras".
La cuádruple medallista olímpica completó en la ciudad carioca su particular "cubo de Rubik". Había sido en la primera jornada de competición bronce en la prueba de los 400 estilos, pero la fijación estaba en el oro. En los 200 mariposa. Su prueba.
Llegó con dudas a Río de Janeiro. Contenida por la exigencia de prorrogar su exitosa senda en los Juegos Olímpicos pero, sobre todo, por el recuerdo de la lesión que el pasado año le obligó a renunciar a los Mundiales de Kazán.
Tanto ella como Fred Vergnoux habían repetido en múltiples ocasiones que las medallas de la ciudad carioca se ganarían en Rusia. Ella no participó, paralizada por el dolor en sus hombros, y en la rueda de prensa posterior a la ceremonia de entrega de medallas reconoció que llegó a pensar que tendría "muy difícil llegar a estas Olimpiadas".
"Gracias a dios he llegado bien, de la mejor manera posible. Si ha sido así no es solo por mí, sino también por Fred (Vergnoux), que me ha sabido motivar y aguantar", continuó.
La medalla de oro le pertenece a ella, pero también al francés. Por eso, Mireia Belmonte se quitó la presea y rodeó con ella el cuello de su entrenador ante los ojos del presidente del Consejo Superior de Deportes, Miguel Cardenal.
Con Vergnoux compartió la nadadora de Badalona el sufrido y sacrificado ciclo olímpico que separa sus podios de Londres y Río. Con él, compartió también, "un día bonito y difícil de olvidar".
"Fuimos a una piscina que tenemos para nosotros y nos alejamos un poco de este 'show' que hay dentro del centro acuático. Lo pasamos bien. Bromeamos mucho en la comida. ¡Me hizo llorar de risa! Volviendo aquí las cosas se han puesto más tensas pero ha calentado muy bien y hemos hecho la rutina al milímetro. Solo faltaba competir a tope. Lo ha hecho", celebró Vergnoux.
Un año antes debió convencer a Mireia de que no comparecer en los Mundiales era la mejor decisión "para descansar y recuperar sus hombros". "Fue una inversión en descanso y en trabajo con el fisio, un reset total. Ha sido un año increíble de trabajo para ganar el oro", apuntó con los ojos enrojecidos.
La clave de la prueba, indicó Fred, estuvo en comenzar "más rápido que en la semifinal pero más lento que en Londres", cuando llegó exhausta a los treinta metros finales. "Entonces llegó primera al 150 y acabó segunda en el 200. Si hoy la carrera duraba dos metros más la japonesa la habría cogido", aseguró.
"Hemos ido con un poco de control para hacer un segundo 100 muy fuerte. Quizás haya hecho su mejor vuelta de siempre. La clave es el último subacuático. Ella tiene una gran técnica de nado subacuático desde hace años y en Sierra Nevada hemos hecho un trabajo específico para aumentar este estilo. No es una casualidad. Es un arma que ella ha sacado cuando tocaba", analizó.
Desde Londres 2012, con el objetivo de ser campeona en Brasil. Mireia Belmonte trabajó en busca de una metamorfosis.
Sabía que debía potenciar su fuerza muscular para poder economizar esfuerzos bajo el agua. Solo así podría resistir los metros finales del 200 mariposa, como quedó demostrado ayer.
Ganó la prueba en el último viraje. "Ahí dije: '¡Ya está, esto es para ella!'", recalcó Vergnoux, todavía algo incrédulo por el brillante final de la española. "¡Esta tía está loca!", bromeó.
Ya más serio, el galo dejó otro mensaje: "Mireia no es la más talentosa de los nadadores españoles. En la final de 200 mariposa era la más pequeña de las ocho. Hay miles de datos que explican que Mireia ha ganado el oro con trabajo, con pasión, con ganas".
Así lo hizo desde una inolvidable calle 5. Ese es el número de medallas que posee el palista gallego David Cal, el español con mejor palmarés olímpico. A sólo una se situó Mireia Belmonte a falta de consumir la bala en los 800 metros.

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