La crisis política brasileña avanza ajena a los Juegos 2016, que en su primera semana no han logrado contagiar al país del clima "olímpico" que vive Río de Janeiro, donde ni siquiera el impresionante operativo de seguridad desplegado ha conseguido frenar la violencia.Mar Marín
Brasil se volcó en la ceremonia de apertura de los Juegos, con un impresionante espectáculo en Maracaná, el pasado día 5, la "carta de presentación" del país, sigue con atención a su selección de fútbol y celebra triunfos históricos, como el oro de Rafaela Silva, un ejemplo de superación por su condición de mujer, negra, originaria de una favela y lesbiana.
Pero más allá de estas citas puntuales, el país mantiene su rutina inalterable.
El Senado avanza con la tramitación del proceso destituyente contra la presidenta apartada Dilma Rousseff, que se materializará a finales de mes, apenas unos días después del término de los Juegos.
La Justicia continúa destapando casos de corrupción, que salpican incluso al Gobierno del presidente interino, Michel Temer, y el mundo financiero no oculta su preocupación por el rumbo de la economía.
Los gritos de "Fora Temer" o "Fora golpistas" se han colado en las sedes olímpicas tras la decisión de un juez de levantar la prohibición de hacer manifestaciones políticas en las instalaciones deportivas.
Una medida que, curiosamente, aprobó Dilma Rousseff, y a la que ahora apela la organización de los Juegos para recurrir y evitar que los problemas internos salpiquen las competencias.
La tormenta política marca la vida diaria en Brasilia, la capital del país, mientras que Sao Paulo, el corazón financiero, sigue ocupado en frenar el impacto de la crisis económica.
Río de Janeiro, la "Cidade maravilhosa" es ahora la "Cidade Olímpica", inundada de turistas, empapelada de carteles y tomada por decenas de miles de policías y militares para garantizar la seguridad de los 10.500 atletas convocados los Juegos.
Pero ni siquiera el impresionante operativo de seguridad desplegado en Río, que incluye a cientos de agentes de inteligencia extranjeros, ha logrado mantener una "tregua olímpica" en la violencia.
La lista de incidentes se multiplica sólo una semana después del inicio de los Juegos.
Tres policías brasileños desplazados a Río para participar en el operativo de seguridad entraron por error en el complejo de favelas de Maré, en las proximidades del aeropuerto internacional, y fueron tiroteados.
Uno de ellos murió hoy y la zona está tomada por fuerzas de elite que buscan a los capos del narcotráfico y que en sus registros han decomisado, además de armas y otras drogas, marihuana con la imagen de las mascotas olímpicas.
Una mujer que intentó evitar un asalto en el centro de Río, cerca del "bulevar olímpico", murió de un tiro en la cabeza horas antes de la ceremonia inaugural, casi al mismo tiempo que un presunto asaltante caía a manos de la policía en los alrededores de Maracaná.
El ministro de Educación de Portugal, Tiago Brandao, fue asaltado en pleno centro, y a la luz del día; un hombre que se hacía pasar por vicecónsul ruso mató un atracador y varios periodistas extranjeros fueron testigos de un tiroteo en las cercanías de una favela próxima a instalaciones olímpicas.
Una bala perdida sembró el pánico en el centro de prensa del complejo olímpico de Diodoro, donde días después se "coló" otra bala en los establos.
También cerca de Diodoro, un autobús dispuesto por la organización para el traslado de periodistas fue apedreado y varios terminaron con heridas leves, lo que ha obligado a la organización a poner escolta.
"Mañana iremos a Diodoro, más cerca de infierno", lamentaba este viernes un grupo de periodistas españoles molestos por estos episodios y por la demora que supone llegar a las instalaciones, más de dos horas desde el parque olímpico de Barra de Tijuca.
La lista de periodistas y miembros de delegaciones que han sufrido algún incidente se multiplica.
Como también las explosiones controladas de paquetes sospechosos que, hasta ahora, se han quedado en solo un susto.
La última, anoche, antes del inicio del partido de baloncesto que enfrentó a España y Nigeria, que obligó a retrasar el acceso del público al pabellón sin explicación oficial alguna a los afectados.
"Pensábamos que nadie iba a venir", comentaba anoche el jugador español Paul Gasols, que admitía que "nadie nos ha informado de lo que ocurrió".
Mientras, los Juegos avanzan, con protagonistas como Michael Phelps, Simone Biles, Juan Martín del Potro o Rafaela Silva, pero sus logros no han conseguido batir récords de entradas.
La falta de público en muchos de los estadios ha restado ambiente de fiesta a las competiciones en esta primera semana de actividad.
Para la sesión inaugural del deporte rey, el atletismo, apenas se ha vendido el 58 % de los boletos.
Más demanda tendrá, sin duda, la ceremonia de clausura de Río 2016, el próximo día 21.