Tokio vive en parte entregada en parte ajena a los Juegos Olímpicos. Son los juegos de Tokio, pero en realidad no son sus juegos, porque la participación popular está limitada y no alcanza más allá de los voluntarios o la tremenda logística que conllevan este tipo de eventos. El caso es que la capital japonesa sigue su ritmo, que en estos días late bastante más bajo de revoluciones de lo habitual, pues hay multitud de restricciones por las medidas contra el COVID-19.
En Tokio, una de las prefecturas japonesas más afectadas por la pandemia, aunque con cifras relativamente bajas para la cantidad de habitantes que tiene (unos 3.500 de media los últimos días para una población de unos 33 millones de habitantes), se mantiene el toque de queda. A día de hoy es a las 20.30, aunque con excepciones para algunos establecimientos. Por ejemplo siguen abiertos 24 horas las tiendas de comestibles, muy habituales en Tokio.
Como es lógico, en el país del karaoke hay muchos karaokes, por todas partes. La pandemia también les ha afectado bastante por los horarios de cierre, pero algunos se mantienen abiertos, sin servir alcohol. Según cuentan algunos residentes, en toda la ciudad sigue habiéndolos muy abiertos y son una opción, lo siguen siendo, muy válida para quienes deciden no volver a casa por las enormes distancias en la capital japonesa. Si un día de trabajo se te hace tarde y no puedes volver, la opción es meterse en un karaoke, los hay muy preparados, como estancias parecidas a habitaciones de hotel, y esperar entre canción y canción que pase la noche... y a trabajar al día siguiente. En todo caso, con la pandemia, como todo, se ha limitado esta 'costumbre'.
Nos cuentan voluntarios de los Juegos Olímpicos que la vida en Tokio es cara, pero no más que en cualquier otra capital mundial de primer orden. Para evaluar, siempre es buen termómetro el alquiler, más allá de un café capuccino (cerca de tres euros en cafetería decente) o una comida sin alardes de dos platos y postres (unos 30 euros). Pues bien, una habitación nido, de unos 10 metros cuadrados, apenas una cama, un escritorio, un baño, en una zona ni muy céntrica, aunque en Tokio ese concepto es algo difuso, ni muy alejada, está del orden de unos 700-800 euros. Las dimensiones, como en la mayoría de los hoteles, son reducidísimas. Aspirar a un piso con dos estancias en Tokio, cuarto de estar y dormitorio, ya eleva el precio hasta los 1.000 o 1.200 dólares. Un piso o apartamento con cocina aparte, además de que se estilan menos, ya se van de precio por arriba.
Posiblemente, Tokio no sería posible sin sus transportes. Sin una red de metro, trenes, alta velocidad, tranvías, autobuses... bien conectada es imposible que 33 millones de personas puedan concentrarse, vivir, trabajar, moverse. El metro y los trenes son ejemplos de funcionamiento por puntualidad, velocidad, rapidez. Como ejemplo, se puede llegar en no más de 40 minutos en trenes normales a Saitama o Yokohama, ciudades del radio de la prefectura. Pero en shinkazen, tren de alta velocidad, esas distancias se hacen en 15 o 20 minutos. Eso sí, los taxis resultan prohibitivos para gran parte de la población debido a las distancias. El medio más utilizado para distancias no exageradas es la bici.
Los Juegos Olímpicos de Tokio están dando también la nota en algunos aspectos por el excesivo calor. Hay que recordar que hasta algunos deportistas, como Paula Badosa, se retiraron del torneo de tenis en cuartos por golpes de calor. Las temperaturas en el exterior han rondado durante todos los Juegos entre los 35º y 40º en algunos momentos, lo que unido a la tremenda humedad convierten la situación en insoportable y al sol, en abrasador. Eso en el exterior, porque luego los locales interiores, los pabellones, los autobuses... mantienen el aire acondicionado a temperaturas bajísimas. No es raro llevar una manga larga siempre como recurso para interiores, aunque el exterior sea infernal.