Tokio ha acogido unos Juegos Olímpicos que están a punto de finalizar. La organización, con sus más y sus menos, ha intentado llevarlos adelante de la mejor manera posible a pesar de las medidas contra el COVID-19 y contra el pensamiento de parte de la población tokiota, que no estaba por la labor de colaborar con un evento que ellos consideran nocivo para la salud y para la ciudad.
La realidad que se ha podido vivir es distinta. La población mayoritaria no solo ha estado a favor, sino que incluso ha querido colaborar. La labor del voluntariado, más allá de su eficiencia, es abrumadora en número. En la mayoría de lugares de la ciudad, además, se muestran proclives y agradecidos por la llegada de atletas, medios de comunicación y organizadores.
Pero hay otros lugares de la gigantesca ciudad de Tokio en los que parecen vivir al margen, parecen no saber casi que se están disputando en paralelo en el día a día unos Juegos Olímpicos, un evento de alcance mundial. Es el caso del barrio de Harajuku, famoso porque los fines de semana los jóvenes acuden allí disfrazados de sus personajes de manga favoritos, de sus personales de TV o de películas favoritos. Es sin duda el barrio más pintoresco de Tokio. Allí, en Harajuku, hemos preguntado por el desarrollo de estos Juegos que tocan a su fin, como puedes ver en el vídeo.