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Estocolmo 1912: el arte de competir

Estocolmo 1912: el arte de competir

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Nacho Pérez

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A medida que se sucedían las ediciones de los Juegos Olímpicos en sus albores, numerosas eran las delegaciones que quedaban encantadas con la experiencia deportiva y suspiraban con trasladar el espíritu olímpico al interior de sus fronteras.
Después de que Londres celebrara con éxito la edición de 1908 tras la incertidumbre que se generó en los meses previos por la incapacidad de Roma para organizarlos, la delegación sueca decidió iniciar los trámites para albergar los Juegos de 1912.
El barón de Coubertin en un principio tuvo dudas en torno a la capacidad de Suecia para organizar un evento que conforme pasaban los años iba adquiriendo mayor relevancia en el panorama internacional.
Finalmente las incógnitas que poblaban la mente de Coubertin, también influenciadas por los problemas que tuvieron con la elección de Roma en 1907 como sede olímpica, se fueron disipando y, el 28 de mayo de 1909, se le concedió el honor a Suecia de albergar los juegos de 1912. Los Juegos, que por aquella época eran mucho más modestos que los actuales, gozaron con un presupuesto equiparable a unos 48.000 de los actuales euros, una cifra muy por debajo de las que se mueven hoy en día entorno a casi cualquier evento deportivo.

Tras la clausura, se llegó a la conclusión de que había sido la edición mejor organizada de las celebradas hasta la fecha con 28 países participantes, más de 2.500 deportistas y 102 eventos en 14 deportes distintos.
El deporte que se 'celebraba' en el interior del Estadio Olímpico de Estocolmo, se transmitía a la ciudad. Los deportistas tenían importantes descuentos en los transportes públicos de la ciudad y se editaba un periódico especial del evento. 
Los Juegos fueron además los primeros con presencia asiática. La delegación japonesa sería la primera de aquel continente en experimentar el principal evento deportivo del mundo. Tras esta edición, conocidos son los progresos que han conseguido los asiáticos en los Juegos, estando casi en todas las ediciones, en la parte alta del medallero final.

Las 'Artes' como competición

Al igual que sucede en la actualidad, en casi cualquier edición, se añaden nuevos deportes y nuevas competiciones. El caso de Suecia no iba a ser distinto y en la edición de 1912, se incorporaron las competiciones de decatlón, pentalón, salto femenino, natación femenina y las competiciones de arte.
Curioso el caso de las competiciones de arte, divididas en arquitectura, literatura, música, pintura y escultura. En la actualidad resulta llamativo que las artes se encuadrasen dentro de las competiciones ‘deportivas’ pero esto no es más que el reflejo de una época en la que las cualidades artísticas disfrutaban de una mayor repercusión e incluso generaban competitividad entre los artistas.
En aquella peculiar competición, el estadounidense Walter Winans se hizo con el oro en la categoría de escultura, los italianos Giovanni Pellegrini y Riccardo Barthelemy lograron el primer puesto en pintura y música mientras que los suizos Alphonse Laverrière y Eugène-Edouard Monod hicieron lo propio en arquitectura. Aunque en ese momento fueron medallas oficiales, hoy en día ya no son considerados eventos olímpicos oficiales y en la actualidad se organizan de forma paralela a los Juegos, exposiciones con el deporte como leit motiv.
En cuanto a las competiciones acuáticas femeninas, su progresiva incorporación responde a la mayor presencia en cada edición de féminas. En la edición de Estocolmo, participaron 48 mujeres, una cifra aún muy lejana a las observables hoy en día en este tipo de eventos.

Las también novedosas competiciones de decatlón y pentalón tuvieron un claro protagonista en Jim Thorpe, deportista estadounidense que consiguió el oro en ambas competiciones y que pocos días después fue descalificado viendo cómo le retiraban sus medallas al descubrirse que era jugador de béisbol profesional en su país, condición, el profesionalismo, no admitida por aquel entonces en los Juegos Olímpicos. Treinta años después de su muerte, le fueron devueltos los méritos conseguidos en Estocolmo.
En aquella edición, Suecia rechazó organizar competición de patinaje para tratar de impedir que los Juegos Nórdicos perdieran protagonismo. También fue prohibida por parte de la administración la competición de boxeo, no así la de lucha, que dejó una pelea para el recuerdo entre el ruso Martin Klein y el finlandés Alfred Asikainen que duró 11 horas y 40 minutos.

Los datos más curiosos de la competición

Otras novedades del evento fueron la introducción de los tiempos eléctricos en las competiciones de atletismo o las competiciones de ‘tira y afloja’. Algo que puede resultar llamativo en la actualidad, pero que por aquella época tenía mucha tradición y generaba mucha rivalidad
La principal sede de los Juegos Olímpicos de 1912 fue el Estadio Olímpico de Estocolmo, construido para la ocasión y con capacidad para casi 15.000 espectadores. El coliseo sueco es el más pequeño en haber sido utilizado en unas olimpiadas en las competiciones de atletismo.
Los juegos fueron un éxito para Suecia, que consiguió el mayor número de medallas (65), mientras que Estados Unidos fue el país que más medallas de oro consiguió (25).

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