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La Familia bien, gracias: España sigue siendo feliz en Saitama

La Familia bien, gracias: España sigue siendo feliz en Saitama

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Pau Gasol tapona a Hachimura (Foto: Cordonpress).
Pau Gasol tapona a Hachimura (Foto: Cordonpress).

El director de cine Pedro Masó popularizó la frase en una película de 1979 que continuaba la saga cinematográfica iniciada con La gran familia. Aquella historia de las peripecias de una familia puede servir de símil para la España de Sergio Scariolo y Pau Gasol, que ha debutado cómodamente en Tokio'2020 ante Japón (77-88) en Saitama, el lugar donde la felicidad empezó a contagiar dos décadas del baloncesto español con la consecución del primer oro, el del Mundial de 2006. La Familia, la del baloncesto español, está bien, gracias. Sigue siendo feliz y sueña, más que nunca, con el único oro que le falta, el de unos Juegos Olímpicos.

Aquel título de Saitama supuso el primer metal dorado de una generación cuya ambición no tiene límites. Por eso hay que confiar más que nunca en ellos, porque tienen a un padre como Pau Gasol que pide a gritos intensidad a los suyos cuando van ganando de 20 en el tercer cuarto. El pívot ha vuelto al FC Barcelona para hacer el rodaje de su último reto olímpico. Cinco Olimpiadas y once medallas le avalan como líder de un bloque atado por el cariño, deportivo y personal.

El es luz, guía, santo y seña de una generación que creció sin freno desde el embrión del oro júnior de Lisboa en 1999. Veintiún años después, ahí sigue el estandarte y ahí se preserva el componente más importante que representa: la inagotable sed de triunfos. Un legado que ahora puede adornarse con un broche de oro, nunca mejor dicho.

Atractiva presentación de credenciales

No siempre ha empezado bien la selección española de baloncesto un torneo. De hecho, en varias ocasiones ha hecho que pronto arreciaran las críticas. En estos Juegos de Tokio seguro que dará pie a algunas, aunque la actitud y la aptitud parecen fuera de toda duda. Enfrente estaba Japón, a priori el rival más débil del grupo, aunque no una perita en dulce, pues la condición de anfitrión y la presencia en su quinteto inicial de dos jugadores NBA como Watanabe y Hachimura ya debían ser motivos para estar alerta. Por no hablar de su triunfo en el amistoso previo ante Francia, verdugo de Estados Unidos ya en el torneo oficial.

Que el tercer cuarto es muy mejorable (28-21 para los locales), pues sí. Que lo demás resultó una atractiva presentación de credenciales, pues también. España dominó cuando quiso y como quiso. En concreto, desde el salto inicial, para ponerle de entrada sordina al ruido de los fantasmas. Concentración y defensa fueron la receta en un partido trampa. No era excesivamente fiero el león nipón, pero tampoco un lindo cervatillo.

Pese a los problemas con el tiro exterior en los primeros minutos, el cuadro de Scariolo se fue en el marcador rápido (2-11), pero sufrió en el primer cuarto ante un combinado japonés que hizo gala de un baloncesto muy europeo de la mano de su seleccionador Julio Lamas, precisamente quien sufrió con Argentina en Saitama aquel estreno dorado de España en 2006.

Rudy Fernández defiende a Watanabe, de los mejores en Japón (Foto: Cordonpress).
Rudy Fernández defiende a Watanabe, de los mejores en Japón (Foto: Cordonpress).

Secando con diversos hombres a Hachimura, principal argumento ofensivo del anfitrión que tardó nueve minutos en anotar sus primeros puntos pese a tirarse hasta las zapatillas, la Familia se puso las pilas tras un igualado primer envite (14-18). En el segundo, un parcial de 0-17 le dio una ventaja casi inalcanzable ya. Al descanso se llegaba con un 28-48 que daba idea del nivel defensivo de la selección española.

Mal tercer cuarto

El tercer cuarto fue el borrón en el debut, pero el otro también juega y Japón lo hace en casa. Sin público, aunque con la responsabilidad de defender el pabellón ante un país que tiene el orgullo como seña de identidad principal. Los hombres de Julio Lamas apretaron en defensa. El problema no fue ése, sino que España bajó sus prestaciones en esa faceta, sin poder correr en transición ofensiva y sin que las ayudas llegaran con tanta fluidez. Hachimura empezó a meter algo y Togashi, un base de 1.67, contagió su velocidad y energía a sus compañeros.

Lo que no bajó fue el recital de Ricky Rubio, el mejor jugador del partido con 20 puntos y 9 asistencias, demostrando que su difícil temporada puede arreglarse en cuanto se pone la camiseta de España. El base dirigió con mucho criterio y se echó la responsabilidad ofensiva a la espalda, ayudado por Marc Gasol. Su hermano Pau sabe su nuevo rol y cumplió con él, como el resto de piezas de Scariolo, que utilizó a todos sus elementos en un comienzo esperanzador. La felicidad máxima empezó en Saitama y allí la selección española no conoce otra sensación. Ahora, a confirmarla ante dos complicados rivales como Argentina y la Eslovenia del extraterrestre Doncic. ¿Quién dijo miedo?

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