Los caminantes blancos

Casta, coraje y entrega son los ingredientes esenciales del Real Madrid cuando los partidos se le ponen cuesta arriba. El empate en el Camp Nou tras un gol 'in extremis' de Sergio Ramos evidencia una de las principales virtudes del conjunto madridista: no bajar nunca los brazos. 

Tras el gol de Suárez para el Barça al comienzo del segundo acto, el conjunto culé, con el cuchillo entre los dientes, apunto estuvo de asestar el golpe definitivo a los de Zidane. Sin embargo, el 'perdón' del cuadro azulgrana tuvo respuesta por parte del conjunto madrileño. Cuando más sufría el Real Madrid, Zidane se encargó de cambiar el devenir del partido. Primero, entró a Casemiro para reforzar el centro del campo, descosido por el torrente de fútbol de Andrés Iniesta y por el desgaste físico de Isco. Después, la entrada de Mariano por un abatido Benzema, dio respiro al ataque blanco en el tramo final. 
Con un Modric desatado y con Sergio Ramos en la sombra, el Real Madrid despertó de su letargo. En un final agónico para los de Zidane, Modric dirigió un centro medido a la cabeza del salvador sevillano que dejó helado al Camp Nou.
El Real Madrid es un equipo acostumbrado a vivir en el alambre y ante un Barça herido, con la oportunidad de distanciarse a nueve puntos, no iba a ser menos. El técnico francés, tras el partido, no dudó en elogiar el trabajo de los suyos al destacar el "corazón" de su equipo para darle la vuelta a un marcador adverso. Sobre Ramos, el héroe de las grandes noches, Zizou no escatimó en elogios hacia él: "En los partidos así siempre está ahí. Nunca baja los brazos y es lo que tiene". 
La reacción del Real Madrid cuando parecía desahuciado por un Barça categóricamente superior en la segunda mitad permitió al cuadro merengue proseguir con su racha de partidos sin perder, que asciende ya a 33.