Juanpi para seguir escalando

Un punto para seguir sobreviviendo. Hizo el Málaga CF méritos para más, quizá a la inversa que Santander. Generó juego, pero le faltó acierto. Careció de la suerte del fútbol y le costó la victoria, que no anduvo lejos. Gran primera parte, donde no hubo tino para generar la diferencia. El gol de Rubén Castro fue un mazazo, pero el equipo de Víctor se encomendó a Juanpi, que apareció para brindar un empate. Mayúsculo partido del centrocampista, cuando apenas se le esperaba. Metió Adrián, siempre con la caña de pescar. El equipo blanquiazul sigue sumando pese a todo y todos y, con un ojo en las oficinas, ya mira al Girona.

Entró el Málaga al partido con más energía, con más convicción. Ganaba la batalla en el centro del campo con un Keidi que abarcaba mucho césped. Aparecía Juanpi entre líneas y fluía el juego, con un venezolano que estaba activo. Sorprendía su titularidad, pero luego pudo sacar su fútbol. Una buena jugada entre Cifu y Renato, uno de los principales argumentos para crear peligro, terminaba en un remate inofensivo del luso. Se había encontrado por ahí una vía de fuga.

La tendría Adrián, de profesión goleador en esta plantilla. El madrileño ejercía de punta por las circunstancias y pescaría un balón privilegiado a la espalda de la canaria tras un fallo en la salida del portero Josep Martínez. No acertaría, sólo ante la meta, a definir con certeza. Estaba agazapado Las Palmas, que intentaba buscar al imberbe Pedri para que desequilibrase. Mostraba condiciones el joven de 16 años, que hacía buenas conducciones. Un tiro suyo que se marcharía por alto sería el único acercamiento amarillo en los primeros 45 minutos.

Cerca del gol estaría Juanpi, que anduvo listo para robarle un balón a Timor en una zona clave. Conduciría el mediapunta con el balón pegado al pie y en el momento exacto le pegó a puerta. Sólo el palo impidió el 1-0, en una acción que ya celebraba La Rosaleda. Los de Víctor perdonaban ocasiones manifiestas, lo que le terminaba restando presencia en campo contrario.

Apagón y resurreción

Se cabreaba Pepe Mel en la banda, golpeando incluso una pelota. Había algún despistado que se salía del guion establecido. Plan que alcanzaría su punto álgido tras el descanso. Mikel Villanueva tuvo un fallo garrafal en la salida y Las Palmas lo aprovechó. Rubén Castro cazó adelantado a Munir y la puso en las redes desde más de 30 metros. El delantero, en una isla hasta entonces, hizo lo que mejor sabe, conjugar el verbo gol. Se crecieron los canarios, que ganaron metros y orden.

Se le bajó la persiana al Málaga, que sólo estaba físicamente en el césped. Tuvo Munir que sacar un disparo potente de Lemos, que hubiera sentenciado el duelo. No había meritocracia en el campo, pero el fútbol muchas veces es más sencillo. Ahí emergió la figura de Juanpi, un futbolista con un pie fuera de Martiricos. Se volcó el equipo de Víctor en sus hombros, en uno de esos días. El medio era el faro, la única luz blanquiazul. Pedía el balón y dividía. Encontró premio el equipo malagueño con su guía.

Un avispado Adrián lo encontraría a la espalda de Aythami, que lo agarraba para enmendar un despiste grave. Penalti. No le temblaría el pulso al 8, el acierto de este Málaga. Dos partidos, dos goles. 1-1 y 10 minutos para creer. Estaba de dulce Juanpi, que volvió a sacar la chistera. Pase de futbolista de quilates a Hugo, que estaba en fuera de juego. Quería el venezolano irse con dos orejas y el rabo de La Rosaleda. Se sacaba un disparo potente, de los que parecía que no estaban en su catálogo, que apenas pudo despejar Josep Martínez. Ahí murió el duelo, con un punto que parece hasta poco premio.