A cuartos con moraleja

El Málaga está en los cuartos de final de la Copa. Lo logró siendo mejor en general que el Levante, pero con un suspense inesperado. Porque tras 'resolver' la eliminatoria con un 0-2 en la primera mitad y los granotas entregados, Barral revolucionó la segunda parte.
Planearon los colores negro y amarillo por Orriols, que trajo a la memoria el fantasma de Dortmund. Buen aviso para el Málaga, que debe extraer la moraleja de que nadie te regala nada. El fútbol le avisa de que a veces lo imposible no está tan lejos de lo normal.
Pero eso son otras historias. Estábamos con el Málaga de Gracia, que cumplió lo prometido. No escatimó, sacó un once semititular (la situación en parte obligaba) y fue a por el gol de la tranquilidad.
Lo marcó Horta, que últimamente empieza a parecerse al jugador que Husillos promete que será. Juanpi conectó con Samu y el malagueño dio una magnífica asistencia al portugués, que definió con la zurda. Y rondó su segundo tanto tras un brillante pase de Juanpi en profundidad, pero en esta ocasión Jesús anduvo rápido para tapar las opciones del luso.
Lo más peligroso del Levante hasta el momento fue una acción en la que Recio casi marca en su propia portería. El mediocentro malagueño, cinco minutos después, terminó de 'cerrar' la eliminatoria con un golazo por toda la escuadra llegando desde atrás, una de sus marcas de serie. Y antes del descanso, en un pequeño arreón de orgullo, Pedro López amagó con marcar un gol con tintes de honor granota. Y poco más que añadir en la cesta granota en este parcial.
La segunda parte parecía que iba a ser un mero trámite, sin intensidad ni nada que se le pareciese, sólo las ganas de algunos jugadores de agradar y buscar algún gol más por parte del Málaga y algún tímido ataque de orgullo levantinista. Hasta que entró Barral, una especie de delantero que es capaz de lo mejor y lo peor.
El primero que dio la eliminatoria por finiquitada fue Gracia, por eso probó a Filipenko una media hora. Torres y Angeleri hicieron un trabajo bastante aseado, sin embargo el navarro necesitaba ver al bielorruso bajo fuego real. Porque le hace falta para ya. Y dejó más dudas aún. Un estreno sufrido para él.
Tuvo una bienvenida dura el defensa. Con el envoltorio todavía puesto, se topó con David Barral, que en apenas tres minutos marcó dos goles. El delantero primero remachó un pase de El Adoua tras una falta lateral. Y luego llegó la ruptura de cintura a Filipenko para firmar el empate.
Querían los granotas irse al menos dejando sus arañazos en la cara del Málaga. El mismo Barral amenazó con dar la vuelta del todo al marcador con un cabezazo fortísimo que sacó con apuros Ochoa, que de reflejos anda bien pero que demuestra que le tiene apego al área pequeña. Demasiado.
Y más emociones fuertes que quedaban por llegar. Porque Barral estaba desatado. Prolongó un córner y el balón lo recibió Juanfran en el segundo palo listo para engatillar a Ochoa por bajo. 3-2 en un ejercicio de rabia de un Levante que aprovechó la distensión del Málaga. Hay que insistir en ello: si no corres, si no te entregas, te vuelves vulgar. A los hechos hay que remitirse.
Y se terminó el partido con un amago de 4-2 que habría convertido los segundos finales en un infierno para el Málaga. El protagonista fue de nuevo Barral. Marcó, pero con la mano. El colegiado lo vio y le enseñó la segunda amarilla. Fin de la cita.