En el recreo se gana con delanteros

Charles y Cop se pasaron casi todo el verano conociéndose en el campo, jugando juntos en el área, hábitat natural del ambos. Pero llegó la Liga y todo eso se borró, apenas volvieron a verse en esas tierras a la vez. Sus goles en pretemporada mitigaron precisamente la salida de algunos jugadores y la no llegada de otros (léase Guerra) e hicieron pensar a muchos que había más gol que el curso anterior. La competición y las decisiones de Gracia cambiaron eso. Sin embargo este domingo son héroes. Brasileño y croata campeonaron en Vallecas, neutralizando el tanto de Guerra, y demostrando que al menos con delanteros se puede pescar en el caos y el desorden.
No fue más que un partido de patio de colegio, de recreo. Pero el Málaga sólo consiguió sacar algo positivo cuando sus ganas de ganar superaron a su miedo a perder. Porque por momentos parecía conformarse con el punto. Ahora, con el sabor y el saber del triunfo, el conjunto de Gracia tiene que crecer. Ha derribado varios muros: marca fuera, gana, gana fuera, remonta un partido, sus delanteros hacen goles... Ahora tiene que transformar todo ello en confianza.
Porque antes de la alegría hubo una primera parte tenebrosa. Los tiburones huelen la sangre y no hay muchos escualos en la Liga como Javi Guerra. Aparte de un talento innato para el gol y una experiencia sobrada, el veleño tenía ganas de demostrar que el Málaga se equivocó no luchando por él. Así que si los 8 goles que llevaba antes del partido (uno más que todo el equipo blanquiazul junto) no eran suficientes, tardó 6 minutos en destrozar a sus ex.
Un gran balón de Pablo Hernández, que se aprovechó del timorato centro del campo malaguista para servir un balón franco a la espalda de la zaga. Guerra no titubeó y la cruzó lo justo para batir a un Kameni que quizás protegió en exceso el primer palo. Todo mientras Albentosa intentaba llegar a tiempo. La velocidad no es su mejor virtud.
Lo peor no era sólo el resultado, que ya era una losa importante, era ver al Málaga deslabazado, sin sentido ninguno del juego, aterrorizado cada ver que Bebé o Lass cabalgaban por las bandas. 25 minutos de prácticamente nada. El Rayo salía con suma facilidad, siempre encontraba cómo romper líneas... Mientras el conjunto malagueño activaba el 'plan Amrabat'. Balones al holandés para que se pelease con Amaya o con quien tocase, balones al holandés al límite del fuera de juego, balones al holandés como mantra.
Tampoco es que el Rayo generase mucho más, pero rondaba área, tiraba de lejos (Jozabed, Pablo Hernández), buscaba galopadas de sus extremos, tocaba con sentido... Lo mínimo que se le pide a un conjunto de Primera. El Málaga ni eso. Algún córner como siempre desaprovechado y pare usted de contar. El descanso volvió a ser eso, descanso, para los sentidos de los malaguistas básicamente.
Y estuvo el Rayo cerca de terminar con el Málaga en un contragolpe que condujo Lass y que consiguió milagrosamente abortar Weligton cuando Pablo Hernández lo tenía todo a su favor. Aun así el equipo blanquiazul no jugaba a nada y Gracia por fin movió el banquillo. Quitó a Duda y Filipenko y la jugó con Charles y Recio. La apuesta dio frutos inmediatos. El Málaga ganó metros y consiguió dar tres pases seguidos, algo que aprovechó Charles para marcar un golazo a la media vuelta en el primer balón que tocaba. 
El empate enloqueció a ambos equipos. Se terminó el orden y todo comenzó a transformarse en impulsos y mucho juego directo. Desaparecieron los centrocampistas. Todo al rojo, todo al negro. Daba la sensación de que difícilmente la cosa quedaría en tablas. Y aunque el Rayo gozó de alguna ocasión (sobre todo tras un error en la salida de Kameni), fue el Málaga quien más cerca anduvo, especialmente con una bella triangulación entre Recio y Juankar en la que Yoel sacó un gol cantado del malagueño.
Pero el campo de Vallecas era un patio de colegio en el que podía pasar cualquier cosa. Y pasó. Amrabat encontró una fuga en las líneas del Rayo. Ahí entró Juankar en el área como cuchillo en mantequilla. El extremo acertó esta vez en la asistencia a Cop. El croata llevaba un partido bastante pobre, pero Gracia le aguantó en el campo, y dentro del área hizo lo que se supone que sabe hacer: marcar. Con ayuda o sin ayuda de un defensa, gol y punto. Gol y tres puntos.
Aun así el Rayo se volcó en los compases finales del duelo y en una acción entre Javi Guerra y Miguel Torres se mascó la tragedia. El esférico tocó en la mano del defensa, pero Clos Gómez entendió que no había pasado nada. Final del partido y tres puntos para el Málaga. Una frase que es la tercera vez que se utiliza en lo que va de curso...