Ganan los "fulleros"

"Eres un guarro". Eso nos decíamos cuando éramos niños y alguno usaba malas artes en la calle jugando al fútbol (o al deporte que tocase, pero casi siempre era fútbol). Al menos así era en la infancia de uno, donde cualquier acera, carril o solar era un campo. Tiempos de rodillas 'desollás' y churretes como medallas de un tiempo disfrutado. Pero eso era la calle, en los 80-90 y con niños como protagonistas. Cuando se emplean artes extrañas y ¿al límite? del reglamento en el mundo profesional, hay que señalarlo.
El Atlético de Madrid es eso. Un equipo que va más allá del límite, que hace trampas llegado al momento, pero que tiene un aparato mediático a su servicio que ha conseguido que todo esto sea una religión llamada 'Cholismo'. Y no dejan de ser, como diría un niño, "fullerías". Y eso es lo que hay. Patadas, protestas, amedrentar al rival, presionar al árbitro... Todo elevado al cubo. Así se consigue competir por títulos. Habrá a quien le dé lo mismo. Esa es la escuela de Maquiavelo: "El fin justifica los medios".
La primera parte se resume con su final. Un contragolpe del Málaga y alguien del banquillo del Atlético de Madrid que lanza un balón al campo para frustrarlo. Era la última acción antes de que Mateu pitase el final de la misma. Luego mandó a todo el que se acercó a sus dominios a Parla. Lo hizo a voces y con gestos desafiantes. Quería las cámaras, la intimidad, para un Cholo Simeone que llevaba unos segundos esperando como una novia al árbitro valenciano. Secretitos al oído. Cuando se reanudó el partido, el argentino estaba en la grada, expulsado.
Son las extrañas formas de este Mateu Lahoz, peculiar en su labor siempre. Amarilla por una mano de Miguel Torres cuando tapaba un centro, disimulo y sigan jugando tras una mano clarísima de Juanfran dentro del área atlética tras remate de Camacho. Penalti como el Calderón de grande... El partido se había endurecido más en las formas que en el fondo. No hubo grandes entradas ni peleas, pero sí conatos de incendio. A medida que pasase el tiempo y el Atleti no fuese ganando, se intuía que se multiplicaría todo. 
En medio hubo algo de fútbol. Oblak paró un tiro a Cop a los 12 minutos y Ochoa hizo prácticamente lo mismo con una falta envenenada de Koke y un tiro de Carrasco en el 43. Pero la mejor de todas, en honor a la verdad, fue de Griezmann, que incomprensiblemente echó fuera un balón con todo a su favor y el meta mexicano batido. El Málaga estaba siendo muy aplicado y trató de ser generoso, pero le faltó aire y tino para hacer más daño a un Atlético que apenas mostró sus costuras.
El equipo rojiblanco salió más intenso aún del vestuario y se aproximó un par de veces con mucho peligro a la portería de Ochoa. El Málaga andaba más pendiente de conseguir ser más efectivo en sus contragolpes. Se palpaban los nervios en el césped. Giménez hizo una entrada de roja a Camacho que se quedó en amarilla, Torres fue amonestado por sus continuas protestas a Mateu. Además de encararse e insultar a Weligton...
Y en un partido de barullo, el gol no podía ser limpio. Por segundo partido consecutivo, al Málaga se la juegan los rechaces. Correa probó fortuna con un tiro desde fuera del área, el balón era parable en su origen, pero tocó lo justo en Albentosa para que Ochoa no tuviese opción de pararla.
Gracia traía los cambos estudiados. Chory, Juanpi y Roque. Escalonados, cada uno en su momento para ver si conseguía encontrar algún error en la secuencia defensiva del Atleti. Tuvo una el venezolano, que probó fortuna de lejos y sorprendió a Oblak. Su chut se fue ligeramente desviado. Eran buenos minutos del Málaga, con el rival algo fatigado y sólo pendiente de buscar alguna contra.
Apretaba el Málaga, que volvió a rozar el empate con un tiro mordido de Recio que Oblak salvó como pudo. Y hasta ahí el partido. Mateu fue riguroso con los tres minutos de tiempo extra. No quería prolongar más un duelo con barro y con muchas mechas a punto de estallar. Gracia dice que le gustaría superar los 50 puntos. Para eso necesita un pleno en los tres partidos que le restan.