La gota blanca

El Málaga cae en el Bernabéu. Y lo hace porque al Real Madrid le permitieron -los árbitros- ponerse 2-0 en la primera mitad. El equipo del Gato Romero sufrió dos goles injustos. Aun así no se achantó, al contrario, creció y perseveró en su idea. Tuvo opciones de arrancar un empate del coliseo merengue, pero en tal inferioridad de condiciones se antojó imposible.
Lo malo es que la racha no entiende de gotas malayas, en este caso, gota blanca. Pasa otra semana y Romero no estrena sus puntos. Una lástima, porque este Málaga sí pareció por momentos el equipo trabajador y con hechuras de antaño. Habrá que ver si es algo que tendrá continuidad ante Osasuna y que es el punto de partida.
Este goteo no se fundamenta en lo llamativo (penaltis, expulsiones). Estos partidos se comienzan a torcer en esos saques de esquina que te sisan, en esos fuera de juego que van al limbo. En esas faltas que te pitan a ti cuando atacas y que nunca se señalan cuando te defiendes. Y como los amplificadores sólo tienen ojos para los milagrosos goles de Ramos o para los impresionantes récords de 'El Bicho' (que no regatea un cono), pues nada, otro cadáver a la cuenta sin nadie que lo reclame.
Pues eso, que nadie hablará de la gran actitud del Málaga en la primera mitad, que en su peor momento plantó cara al líder de la competición. La posesión fue 52 a 48... Y si bien es verdad que Benzema, Lucas y Cristiano tuvieron las suyas, no lo es menos que el Chory pegó un tiró al poste, forzó a una parada de Keylor y Camacho mandó un cabezazo fuera por poco. Lo que vienen siendo unas tablas en toda regla.
También hay que hablar de lo que pasó antes de la jugada que llevó al córner del 1-0. Con Roberto Rosales con demasiado afán de mostrarse en el escaparate madrileño, con un regate absurdo en la frontal que origió un contragolpe. En el primer tanto de Ramos, hubo falta a Recio. Luego llegó el segundo, con una falta lateral botada por Modric y donde hubo orsay de Ramos y otros dos.
El Málaga estaba herido porque sabía que no lo merecía y sacó de dentro toda su alma. Ganó metros y fue a morder al Madrid, que pensó que le bastatía con agazaparse y matar a la contra. Pero en una de esas acciones Juankar arrancó la motocicleta y se coló en el área. De primeras no le salió, pero la acción continuada terminó con el balón en los pies de Juanpi, que con una absoluta calma la coló de suave rosca en la portería blanca.
Y el 2-2 estuvo en las botas de Chory Castro, que de nuevo se topó con un Keylor acertadísimo. El Gato buscó explosión quitando precisamente al charrúa para que entrase Jony. Pero el Madrid despertó del letargo y rondó la sentencia. Aunque en un momento dado fue por accidente. Una cesión a Kameni que se comió el camerunés, que sacó in extremis bajo palos para que llegase a Cristiano. El luso fusiló y el meta hizo una parada marca de la casa. Así es él.
Más tarde Kameni detuvo otras dos más a Modric y al portugués, que también tuvo un tiro al poste. El Madrid apretó porque fue consciente de que el marcador estaba en peligro. Porque el Málaga jugó bien, hizo lo que pudo en un campo donde apenas te dejan, y mereció más. Lástima que las sensaciones no sumen.