En el fútbol mandan las áreas

El fútbol se decide en las áreas. Al final, tenía razón el sabio. Y lo que sea de ti en una liga, da igual país o categoría, depende de la categoría de tu nueve y de tu portero. Sandro, como fuese, marcó el tanto del triunfo. Kameni, sujetó al equipo y fue fundamental desbaratando todas las ocasiones del Sporting que olían a gol.
El Málaga ha roto el cristal que le impedía avanzar, sentirse equipo de fútbol. Y lo ha hecho en un contexto dramático, lo cual multiplica su valor. Se quita también las telarañas de encima por hacerlo además fuera de casa, donde llevaba más de un año sin ganar. Y lo mejor es que cuando suceden estas cosas, suele ser para tomar impulso y no mirar atrás.
La tensión se podía cortar con cuchillo en El Molinón. La presión era terrible, la atmósfera irrespirable, las piernas no iban como tenían que ir. Dos equipos mirándose a los ojos y viendo el terror del que sabe que media vida se le puede ir. Hubo intensidad por parte de ambos y ningún fútbol en la puesta en escena. No cabía esperar mucho más.
Pero resultó un poco descorazonador que el Málaga, después de saber aguantar el arreón inicial del tembloroso equipo local, fuese perdiendo más aún la brújula. No era capaz de hilvanar dos pases decentes y mucho menos de generar peligro. Encima el Sporting veía opciones reales de asestar un hachazo al conjunto de Míchel.
Traoré, ese delantero gigantesco e inabarcable que estaba atado por el Málaga en enero, casi adelanta al Sporting en una acción en la que hizo valer su físico. Su remate mordido y a la media vuelta lo sacó Carlos Kameni, ya vencido sobre el césped, con la manopla. El suspiro de alivio se escuchó de Monte Coronado a la Cala de Mijas.
Y justo cuando el Málaga parecía entregado a su suerte una vez más, fue precisamente la suerte quien vino a sonreírle. Keko ganó la espalda a Canella y se fue como un cohete hacia el área. El extremo la puso atrás para Sandro, que se tomó su tiempo para disparar. El tiro fue poco ortodoxo, pero entró. Sí, tras tocar en un defensa y el pie del portero. Pero entró. Y eso hacía tanto, tanto, tanto que no ocuría...
Ver al Málaga por delante en el marcador de un partido parecía algo de otros tiempos, lejanos y mejores. Y pudo casi sentenciar pero Michael Santos se empachó de balón y conectó mal en una acción en la que Cuéllar falló en el despeje.
Lo que quedaba en la segunda mitad tenía tintes de drama. Miradas desencajadas en los rostros de algunos jugadores. Amenazó el Sporting con Traoré en una acción en la que Ricca estuvo providencial. Pero Rubí quitó al africano, que no hacía más que dar quebraderos de cabeza a los zagueros del Málaga.
Míchel comenzó a jugar con los cambios y con el cansancio del rival. Tiró de Juanpi, que la primera vez que se asomó al área dejó sólo a Keko, que algo escorado remató con alma y cero precisión. Luego fue el turno de Ontiveros, buscanso verticalidad y aprovechar las contras. Pero mientras eso sucedía, nadie ponía solución al roto que Burgui le hacía constantemente a Rosales.
Y ahora sí, turno para Carlos Kameni. El camerunés llevaba mucho sin ser el portero decisivo de siempre, ese que hacía chica la portería a los jugadores rivales. Después de un buen partido, terminó coronándose en la prolongación parando una falta directa a Burgui y una vaselina de Víctor que habría destrozado la moral del Málaga y evitado la victoria. Al fin, las áreas.