Punto de partida
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Aunque el malaguista de a pie estaba preparado para la revolución, el once inicial dispuesto por José González ante el Éibar fue el mismo con el que jugó Míchel su último partido. Eso sí, el gaditano ya había inoculado su idea en la cabeza de los suyos, aunque ésta no tuviera continuidad con sus propios cambios consumida la primera hora de partido. El libreto estaba claro. Cero complicaciones y balones a la espalda de la zaga armera para que En-Nesyri, primero, y Borja Bastón, después, tuvieran metros para correr.
Y tras dos intentonas fallidas por parte de los locales, el guión inicial cobró forma con el gol de En-Nesyri. La galopada del internacional marroquí fue eterna. Desde que robó el balón hasta que se vio las caras con Dmitrovic, el malaguismo entero se encogió, masculló la decena de errores pasados y se agarró a un reseteo obligado con el que voltear su suerte. Y no falló, marcó el primero del choque, abriendo la lata al cuarto de hora y mostrando el camino de un nuevo amanecer para este equipo.
La tensión explotó con el acierto del joven atacante blanquiazul, que cercenó con su gol una racha negativa de 410 minutos sin ver puerta. Y no fue la única que tuvo el ariete blanquiazul pues el Éibar era incapaz de sujetarlo.
El Málaga se había asentado notablemente desde su entramado defensivo. Había que defenderse panza arriba, aunque estaba por ver si al equipo de José González le iba a dar el fuelle para mantener el plan hasta el final del partido. Y el desplome terminaría llegando.
Con la ventaja en el marcador, se marcharía al descanso con la certeza de que había dejado escapar vivo al rival. Una certeza que se convertiría en quejido cuando Adrián erró completamente solo ante Dmitrovic a los 10 minutos de la reanudación. Sería casi el último ramalazo ofensivo de los pupilos de José González que tuvo hasta el último suspiro una ocasión para sacar los tres puntos.
Encerrados atrás y con el Éibar ya buscando la portería de Roberto con cierta desesperación, los minutos se antojaban horas en esa cuenta atrás hasta el pitido final. Pero la inercia ya había cambiado y el dominio era completamente local.
Y como si de un zarpazo maligno se tratase, los fantasmas de la primera vuelta reaparecieron de golpe. Primero con un equipo desordenado al que nada ayudaron los cambios impuestos por José González (Kuzmanovic fue expulsado en apenas tres mninutos), más tarde con un error grotesco de Rosales que permitió al Éibar empatar el choque. Y por último, con un portero salvando la derrota y los atacantes anulados por completo ante la meta rival. La misma canción con distinta letra.
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Estoy de acuerdo con Paco. Es el tío que más cobra de la plantilla y el que menos corre y presiona. Si llevara 8 goles, mira, pero encima no le marca al arcoiris.
El Málaga ha cambiado, a mal, con la entrada de Borja Bastón, Creo que no debe de jugar mas, debían de rescindirlo.