Por qué el Malagueño es el peor colista de Segunda B

La situación del Atlético Malagueño empieza a ser muy preocupante. El filial blanquiazul volvió a perder este domingo en Don Benito y acumula seis derrotas en los seis partidos que ha disputado esta temporada en el Grupo IV de Segunda B. El ansiado regreso a la categoría de bronce está siendo un infierno, y el equipo dirigido por Dely Valdés no ofrece ningún síntoma de que pueda recuperarse a corto plazo.

A los despistes defensivos, propios de cualquier filial por la juventud e inexperiencia de la mayoría de sus jugadores, hay que sumar una preocupante falta de ideas y de gol. Se junta el hambre con las ganas de comer, el plantel cada vez tiene más presión, y las derrotas se siguen sucediendo. De hecho, el Malagueño es a día de hoy el peor colista de Segunda B y el único equipo de las tres categorías más importantes del fútbol español que no ha sido capaz de sumar ningún punto (Primera, Segunda y Segunda B).

En el Grupo I, el colista es el Rápido de Bouzas gallego. Era el único equipo junto al filial del Málaga que antes de la sexta jornada también estaba con cero puntos, pero este sábado empató en casa ante el Fuenlabrada y estrenó su casillero. Un punto tiene también el Durango, colista del Grupo II, por tres del CD Ebro, farolillo rojo en el Grupo III que ha empatado tres encuentros hasta la fecha. En peor situación que todos ellos está el Atlético Malagueño, que no levanta cabeza y cuenta sus partidos por derrotas, la última a domicilio ante el Don Benito (2-0).

Una planificación compleja

Cuando un equipo atraviesa una situación así, los motivos suelen ser varios. Sería difícil e incluso injusto apuntar sólo a una dirección. El entrenador suele ser el punto más débil por el que se rompe la cuerda en esto del fútbol. Dely Valdés, que consiguió el ascenso con el filial el pasado curso tras suplir a Ruano con la temporada ya empezada, no está sacando rendimiento a la plantilla. El equipo no da síntomas de mejoría, no hay un patrón de juego establecido y los rivales están siendo superiores, en el marcador y en el desarrollo del juego.

Sin embargo, para hacer un análisis de la actual situación del filial es preciso tener en cuenta todo lo que ocurrió en verano. El Malagueño se quedó de una tacada sin sus dos máximos goleadores del pasado curso. Abeledo se fue traspasado al Nástic y Harper fue reclutado por Muñiz desde que el primer equipo arrancó la pretemporada. También se marcharon Pablo Clavería, un fijo para Dely en el centro del campo el curso pasado, un jugador que daba mucho equilibrio al equipo; Maty, que disputó un importante número de partidos en Tercera; Altamirano, Jaime Moreno o Nané. Llegó Joan Grasa a comienzos de verano, y ya en la última semana de mercado reforzaron el filial Joel Arimany y Keidi Bare. El resto de la plantilla fue completada por jugadores que acabaron su etapa juvenil o que todavía están en esa edad, como Iván Jaime, Antoñín o Benítez. Una planificación compleja y económicamente condicionada por la del primer equipo que ahora repercute también sobre el verde.

Además, Iván Rodríguez e Hicham tienen ficha del filial pero son jugadores del primer equipo esta campaña a todos los efectos. A nivel de club es muy positivo que el Málaga se nutra de La Academia, cuyo objetivo primordial es formar jugadores. Sin embargo, que el filial tenga 22 fichas y cinco o seis de esos futbolistas trabajen habitualmente bajo las órdenes de Muñiz condiciona el día a día de un Atlético Malagueño que ya de por sí perdió jugadores fundamentales.

Quedan muchos puntos en juego, pero la dinámica es muy negativa. El propio Rafa Gil, director de La Academia, reconoció que la opción de reforzar al filial en el mercado de invierno estaba sobre la mesa. Pero eso todavía queda muy lejos. El Malagueño debe reaccionar antes y engancharse al pelotón si quiere mantener la categoría.