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¡Cautivo, eres malaguista!

¡Cautivo, eres malaguista!

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Imágenes del Cautivo en el vestuario del Málaga C.F.El Cautivo está presente en todos los rincones de la ciudad y forma parte de nuestra vida cotidiana. La misa del alba, el traslado por las entrañas de la Trinidad y su fascinante salida en procesión el Lunes Santo son acontecimientos sociales de primera magnitud.

POR DAMIÁN BERNAL.
(JEFE DE DEPORTES DE CANAL SUR EN MÁLAGA)
La religiosidad y el fervor popular se unen en perfecta simbiosis y, con el paso de los años, el seguimiento al Señor de Málaga se ha convertido en un singular fenómeno de masas que traspasa todo tipo de fronteras. Hablar del Cautivo es hacerlo de Málaga. Hoy en día es difícil concebir la historia contemporánea de nuestra ciudad sin la presencia de Nuestro Padre Jesús Cautivo. Más allá, mucho más allá, de su inicial radio de acción en el señero barrio de la Trinidad.
El mundo del deporte no está al margen de la influencia del Cautivo. Sobre todo el fútbol, ese gran espectáculo también para el malagueño. Así, las anécdotas se suceden entre los ídolos del pueblo (efímeros en la mayoría de los casos) quienes, en Málaga o a su paso por aquí, han tenido la suerte de llegar a la extraordinaria talla obra del granadino Martín Simón y lo que representa… pero para quedarse.

En Málaga, históricamente, el fútbol jamás ha cuajado. Por ciudad y tradición, el deporte mundial debería habernos dado muchas más alegrías que una minúscula Copa Intertoto (por el tamaño del trofeo en cuestión) y el regusto posterior de pasearnos por Europa compitiendo en la antigua UEFA. En la Copa del Rey jamás pasamos de los octavos de final, mientras que equipos de ciudades más pequeñas se vanaglorian de tener ese campeonato en sus vitrinas. En la Liga teníamos acuñado el término de “equipo ascensor”, de dudoso gusto para la sexta capital de España. Dicen que somos muy dejados para lo nuestro y que por eso llegó a desaparecer en su día el Club Deportivo Málaga. A fin de cuentas, fue por una deuda que, en la actualidad, sería calderilla en uno de los bolsillos de la chilaba del jeque.

A este millonario de Catar nos hemos encomendado para que, por la vía del dinero y algo más, por fin pintemos en el balompié patrio. Siempre digo que el malagueño es un ser que pasa de la depresión a la euforia en décimas de segundo en especie de trastorno bipolar que puede llegar a sacarnos de quicio. En definitiva, que tenemos ganado por méritos propios el calificativo de ‘pupas’ que se hizo célebre a la ribera del Manzanares para los seguidores del Atlético de Madrid.

Rezamos una barbaridad al Cautivo la pasada temporada para salvarnos en la última jornada empatando a 1 con el Real Madrid con aquel gol de Duda, en fantástica pared de tacón de Felipe Caicedo, ese negro grandote ecuatoriano ahora triunfando en el Levante. Pues este año vamos camino de lo mismo pero con 50 millones más de presupuesto… ¿Quién dice que con dinero se consigue todo?

Así que seguiremos pidiendo al Cautivo por nuestro Málaga aunque sea una frivolidad porque, evidentemente, hay cosas más importantes en la vida, sobre todo en los tiempos que corren. Para rezar, eso sí, no hay que ir muy lejos porque en el estadio de La Rosaleda tenemos una capilla con una imagen del Cautivo desde hace más de una década que tiene una curiosa historia.
Una capilla en La Rosaleda

Sebastián Fernández Reyes “Basti” es uno de esos futbolistas que llevan el gol en el gen. Malagueño de El Palo (de pura cepa por tanto), se ha convertido gracias a su compromiso y a su carisma en un símbolo para el malaguismo reciente. Basti ha vestido las camisetas del Club Deportivo Málaga, Atlético Malagueño y Málaga Club de Fútbol para vivir todo tipo de situaciones en blanco y azul. El gitano paleño ha tenido al Cautivo presente desde que tuvo uso de razón por devoción familiar. El salón de su casa lo presidía una gran fotografía del Cristo y su madre siempre iba a rezarle (tras caminata de aupa) a la Iglesia de San Pablo.

Basti decidió comprar un azulejo con la imagen del Cautivo para instalar una capilla junto al vestuario de la antigua Rosaleda, debajo de la grada de Tribuna. Había un lugar muy íntimo para ello al fondo de un largo pasillo junto al cuarto destinado al material deportivo. Contó con la colaboración del gran Miguel Zambrana, el ‘utillero’ que heredó el oficio de su padre, siempre en el Málaga, y hombre correcto y discreto. Basti define aquel rincón de rebosante espiritualidad como “un lugar maravilloso, porque aquella imagen pacífica te daba mucha paz y tranquilidad”. Por allí desfilaban algunos jugadores al igual que lo hacen los toreros por las capillas de cualquier plaza antes del paseíllo tras el que se juegan la vida. Toreros como el malagueño Ricardo Ortiz que, año tras año, no falta a la cita para sacar el trono de María Santísima de la Trinidad. Por cierto que otro diestro, Francisco Rivera Ordóñez, muy vinculado a Málaga personal y profesionalmente, lleva una fotografía del Cautivo en su capilla ambulante que despliega en las habitaciones de los hoteles para el ritual de vestirse de torero. Su abuelo, el mítico Antonio Ordóñez, también lo veneraba.

En la temporada 1998-1999 un Málaga artista de la mano del célebre Joaquín Peiró logró subir a Primera tras lo que parecía una interminable travesía por el desierto de los campos de albero. De jugar ante el Atlético Estación de Cártama a hacerlo ante el Real Madrid o el Barcelona media un abismo. Por fin se había conseguido. De paso, Valcarce, Movilla y Rufete también se engancharon al Cautivo.

En una terminal de aeropuerto, en uno de los viajes del Málaga en la presente campaña, tuve la oportunidad de charlar con Zambrana del fenómeno del Cautivo en el interior del vestuario. Parco en palabras, dijo lo suficiente para saber lo que significa: “El Cautivo es el Cautivo… Lo mueve todo”. Por supuesto que después de la remodelación del estadio también hay un sitio reservado para aquella imagen que compró en su día el genial Basti. Aquel goleador que, como recordó el propio Zambrana, se ponía unos calendarios de bolsillo con el Cautivo dentro de las espinilleras durante los partidos.

Marcelino Torrontegui, masajista del club y también de la selección española de ciclismo, es el mejor embajador de Asturias por el mundo pero ama a Málaga y al Málaga como un malagueño más. En plena conversación, se saca la cartera y, tras abrirla con parsimonia, muestra fotografías de la Virgen de Covadonga, del Cristo de Candás, su pueblo (“Asturias patria querida…”), de la Divina Pastora y… del Cautivo.

La camiseta de Movilla
Los grandes baúles donde se transporta el material del equipo llevan siempre una imagen. Vicente Valcarce, ahora delegado del club, recibe todos los años el cartel de la Cofradía para que Zambrana lo coloque en los maletones. El gol del pequeño lateral zurdo en aquel memorable 1 a 2 del Málaga ante el Barcelona en el Nou Camp es de los que permanece en la memoria del malaguismo. Valcarce vino para jugar y para quedarse. Pronto echó raíces y su mujer, del Cautivo, le marcó el camino. “Cuando fui a mi primera misa del alba y la veía llorar no lo entendía. Con el paso del tiempo se comprende lo que significa. Yo le tengo un cariño muy especial. Vamos a verlo habitualmente y mantengo el contacto también en La Rosaleda”, comenta. Sus niños, Vicente y Alejandro, están bautizados en la Iglesia de San Pablo. Valcarce lleva siempre una medalla de oro con el Cautivo colgada en su cuello.

José María Movilla dejó huella y el Cautivo se la ha dejado a él de por vida después de su feliz paso por Málaga. Aquel joven madrileño jamás pensó que podría llegar tan lejos como futbolista cuando recogía basura en los aledaños del estadio Vicente Calderón. El Málaga le dio la oportunidad de triunfar y él la aprovechó. Movilla siempre lleva debajo de su equipación, ahora la del Rayo Vallecano, una camiseta con la imagen del Cautivo: “Me dio suerte desde que comencé a ponérmela estando en el Málaga en Segunda B. Siempre la llevaré. Además soy cofrade. Aquí se mezcla todo. La superstición y la devoción”.
Rufete llevaba debajo de la elástica blanquiazul un peculiar diablillo que mostraba cada vez que marcaba un gol, cuando eso no se castigaba con una tarjeta amarilla como ahora. Sigue en activo y en Primera también sufriendo en el Hércules. “Siempre que puedo me escapo a Málaga a ver a los amigos y al Cautivo. Me relación con esta ciudad es inolvidable”, explica.

Escribiendo de técnicos de la tierra, Antonio Montero “Nene” ha sido rescatado para el fútbol por el Unión Estepona de Segunda B. Siempre lleva consigo una estampita del Cautivo en el bolsillo que no duda sacar y besar si es necesario.
El nuevo técnico del Málaga, Manuel Pellegrini, es muy religioso. Durante los primeros días de estancia en nuestra ciudad estuvo viviendo en un céntrico hotel. Una de sus primeras visitas fue a la Cofradía de la Esperanza. Se sorprendió cuando se lo comentamos en una amplia entrevista que mantuvimos con él para Canal Sur. No dudamos en recomendarle, con el gran Pepelu Ramos por allí, que conozca al Cautivo esta Semana Santa… Nos consta que arde en deseos de hacerlo.

La promesa de Scariolo
El maestro José María Martín Urbano es hombre de baloncesto de toda la vida. Ahora comenta los partidos en Canal Sur Televisión y escribe en Sur. Su padre era José María Martín del Nido, uno de los jóvenes de Acción Católica que a principios de 1934 se reunieron en la antigua Escuela Ave María para crear la hermandad de la Virgen de la Trinidad. Aquellos nueve chavales dirigidos espiritualmente por Don Antonio Hidalgo Vilaret compraron la talla de una Dolorosa por 200 pesetas. Cinco años después saldría por primera vez en procesión, un año antes de la primera salida de Nuestro Padre Jesús Cautivo (el Lunes Santo 18 de marzo de 1940). Lo hizo en solitario por motivos económicos según explica José María de las Peñas Alabarce. Ya en 1941 la Virgen de la Trinidad acompañó por primera vez a su hijo Cautivo.

Martín Urbano es el mejor anfitrión para la gente del baloncesto que pasa por Málaga. Técnicos de la talla de Moncho Monsalve, Mario Pesquera o Arturo Ortega han asistido a misas del alba, traslados y procesiones. Recuerda el ’profe’ que al que le caló muy hondo fue a Luis Mari Prada, aquel jugador que tuvo el infortunio de fallar dos tiros libres seguidos con el tiempo cumplido que dejó al Real Madrid sin una Copa de Europa. Después fichó por la Sociedad Deportiva Caja de Ronda.

El actual seleccionador español y mejor técnico hasta ahora en la historia del Unicaja, Sergio Scariolo, se integró de lleno en la sociedad malagueña desde su llegada. Todos los Lunes Santo que puede acude a ver al Cautivo en compañía de su familia. Cuentan que su gran amigo ya desaparecido Ettore Stechinni., propietario de la pizzería Trastévere, le sacó la promesa de ir a la misa del alba si el Unicaja ganaba un título. Fue en 2005. Allí estuvo Sergio Scariolo.

Miguel Robles, el popular ‘Abuelo del Unicaja’, siempre coloca una imagen del Cautivo en la parte posterior de una de las canastas en los partidos en el Martín Carpena. La escena constituye todo un ritual.

El llanto de un ciclista
Soy malagueño de Fuengirola. Es inevitable vivir al margen del Cautivo. Te arrastra desde el primer momento. De niño solía ir a la casa de unos primos que vivían en un bloque en Nueva Málaga. Paco y José Antonio salían en el Gitano el Lunes Santo. Luego, durante la madrugada, me llevaron a ver por primera vez el encierro del Cautivo. Recuerdo la leyenda “Cautivo eres trinitario” escrito con las luces de unas bombillas comunes colgadas junto al templo. Aquello me impactó.
Muchos años después tuve la oportunidad de asistir a la misa del alba para contarla por la radio. Ver a miles y miles de personas entregadas fue muy emocionante. Más adelante participé en la retransmisión del traslado. Conservo en mi mente los vítores de la gente al tiempo que se iban cubriendo las imágenes con cientos de claveles lanzados desde el fervor. Pero lo que más me llenó fue encontrarme con el ciclista Javier Ochoa entre los enfermos que esperaban en el Hospital Civil. El 15 de febrero de 2001 fue arrollado por un vehículo mientras se entrenaba en una carretera malagueña con su hermano gemelo Ricardo, que murió en el acto. Javier sufrió una parálisis cerebral tras pasar más de dos meses en coma. Lo reconocí entre la multitud que se agolpaba a la puerta del hospital. Estaba acompañado por sus padres y por personal sanitario. Su imagen había dado la vuelta al mundo un año antes al ganar una etapa del Tour de Francia en la cima de Hautacam por delante del mismísimo Lance Armstrong.

Cuando se encontró de frente con el Cautivo se le saltaron las lágrimas. Miré a mi alrededor y, entre tantas batas verdes y pijamas blancos y celestes, habían muchos enfermos y familiares llorando. Sus rostros eran el mejor reflejo de la fe y la esperanza. Tuve la osadía de hacerle un par de preguntas a aquel campeón roto. Respondió con dificultad, casi balbuceando, tan sólo para darle las gracias al Cautivo por haberle salvado la vida. Javier Ochoa declaró en el juicio por su accidente que no sabía leer ni escribir y que había perdido a su novia y a sus amigos. Tenía que empezar de cero. Ahora compite como paralímpico y cuenta con un palmarés espectacular.

Años después mi madre estuvo ingresada en el Hospital Civil por un terrible cáncer que estuvo a punto de costarle la vida y que superó de forma milagrosa. En esas interminables noches de duermevela bajaba a rezarle al Cautivo que hay junto a la puerta de Urgencias. En medio de la soledad y el silencio recordaba cómo en ese mismo lugar percibí un lejano día, entre el bullicio, la fe y la esperanza en los rostros de Ochoa y de tantos y tantos enfermos, algo que también reflejaba el semblante de mi madre en aquellos duros momentos que nos tocó vivir. De vuelta a la habitación saqué mi cartera y miré, una vez más, la imagen del Cautivo que me acompaña. Me la dio un taxista. Aquel hombre me dijo: “Llévela siempre con usted. Hágame caso”… Desde entonces va conmigo.
“Cautivo eres trinitario”. Lo leí aquel mágico día de mi niñez en aquellas tenues bombillas anaranjadas.

¡Cautivo eres trinitario, malagueño y malaguista!

Artículo publicado en “ESTANDARTE” (Revista anual de la Cofradía del Cautivo y la Virgen de la Trinidad).

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