El verde de Ciudad Jardín
Esta mañana he pasado por Ciudad Jardín por un tema personal, y me he topado con una sorpresa, he vuelto a ver el verde de la pista de Ciudad Jardín. Me he sentado un ratito a mirarlo, y me he permitido recordar durante unos minutos. Vi a un chiquillo de poco más de 14 años que no se perdía ni un entrenamiento de su equipo, el Caja de Ronda, con su cámara Ricoh y que en ocasiones entrenaba con ellos. He visto a un montón de amigos, a Jaime Solsona, Emilio Nicolau, Germán González, Dan Caldwell, y un larguísimo etcétera de gente que fue pisando ese mismo color verde posteriormente, hasta que le pusieron el parqué encima. Superficie que por cierto tuve la suerte de estrenar con un grupo de amigos en una antológica pachanga.
Y también recordé que sobre ese color verde viví la dureza de un descenso del Caja Ronda. Pocas cosas más tristes le puede pasar a un equipo que perder la categoría y ante su público.
Y eso me ha hecho pensar que, el deporte, como todo en la vida, es cíclico y que los grandes equipos, igual que las personas, estamos hechos de éxitos, pero también de fracasos.
El baloncesto en Málaga ha dado grandísimos momentos, pero también otros más complicados.
Y de eso se trata, de saber vivir tanto unos como otros, de aprender de los malos para crecer en los buenos.
El tiempo y el esfuerzo devolverá al basket malagueño a sus momentos más gloriosos.
Es ley de vida.